Opinión

¡Vivan las cadenas!

Ya se sabe que “¡Vivan las cadenas!” fue un supuesto grito de los absolutistas al acabar el trienio liberal en España en 1823. Nos interesa aquí esa expresión por un motivo actual, porque hay diferentes tipos de cadenas. Una manera de vivir encadenado, de no ser libre, es vivir en la ignorancia, engañado y manipulado. Desde hace tiempo, ciertas formas de actuar en la política en España parecen inspiradas por ese lema, por el propósito de tener desde el poder al mayor número posible de la población sujeto a ese tipo de cadenas que son la ignorancia, el engaño y la manipulación. Veamos tres ejemplos.

Uno: la última ley de educación aprobada por el PSOE y sus socios, la ley Celaá. Para no ser ignorante, para tener la cabeza bien amueblada, para pensar con criterio y con agudeza, hay que esforzarse, estudiar, tener cosas en la cabeza, memorizar, leer. Pero resulta que la ley Celaá, al amparo de un supuesto buenismo que aparenta buscar que los estudiantes sean felices, no sufran y no se traumaticen, promueve justamente lo contrario, que se pase de curso sin apenas esfuerzo ni estudio, con suspensos etc. ¿Esto no es fomentar la ignorancia? La política educativa del gobierno del que copió la tesis doctoral parece inspirada en “Un mundo feliz”, la novela de Huxley en la que las clases bajas son felices en su ignorancia, en esa forma de encadenamiento buscada por los gobernantes.

Otro: las mentiras de Sánchez, sus continuas manipulaciones y propagandas apoyadas por las televisiones sanchistas, tratan de que vivamos engañados, de que no seamos conscientes de la realidad de nuestro país, de los muertos por la pandemia, de las colas del hambre, de la deuda, de la inmigración ilegal, de su calamitosa política internacional, de sus pactos con Bildu, de las concesiones a los golpistas y etarras, etc etc. ¿Esto no es buscar mantenernos encadenados por el engaño?.

Y tres: desde hace mucho, la acción mediática y política de ciertos grupos y partidos busca que no sepamos en qué consiste realmente un aborto. De maneras diversas: o llamándolo falsamente “interrupción del embarazo” y “salud reproductiva”, o evitándonos imágenes de fetos destrozados, o impidiendo que quienes están tentados de abortar vean en una ecografía lo que hay en el seno materno. Y en esta política de ocultamiento de la verdad, de engaño, el PSOE ha dado un paso más hacia adelante al presentar el pasado 12 de mayo una proposición de ley orgánica para reformar el art. 172 del Código Penal y castigar con penas de 1 a 3 años de cárcel a los activistas provida que, cerca de los abortorios, invitan a quienes van a abortar a que se hagan una ecografía en una ambulancia (las penas también se impondrían a quienes promuevan las concentraciones en las proximidades de centros abortistas; o sea a los que rezan ahí el rosario una vez al mes). En un reportaje de la Sexta, la portavoz de la patronal abortista, Sonia Lamas, se refería a la iniciativa de los provida diciendo que “aparece un vehículo ecográfico, LES INVITAN a subir, les ponen la ecografía, les pone el latido, les ponen la imagen y además, LES INVITAN a desayunar”. Invitar a alguien a hacer algo es ejercer la propia libertad y ofrecer al otro, respetando su libertad, la posibilidad de hacerlo. Para el actual PSOE, ejercer y respetar la libertad, e invitar a conocer la verdad, es merecedor de pena de cárcel. Las dictaduras impiden la libertad e imponen la ignorancia.