Opinión

La viga en el ojo propio

“Los dioses ciegan a los que quieren perder”, decían los antiguos. Lo tienen fácil para cegarnos y perdernos: por medio del egocentrismo. Todos somos egocéntricos, y si nos dejamos arrastrar por esa tendencia dejamos de ser objetivos y podemos equivocarnos, echar a culpa de nuestros errores a los demás, y perdernos viendo pajas en el ojo ajeno y no vigas en el propio. Parece que esto ha ocurrido en el caso Adanero-Sayas si seguimos la secuencia de los hechos.

Los dos diputados asistieron el lunes 31 a una reunión de la ejecutiva de UPN. Sayas no pertenece a ese órgano y no tenía por qué asistir, pero se quiso hacerle partícipe en la decisión sobre el voto en Madrid a la reforma de la legislación laboral, y se le invitó y asistió. Así que la directiva del partido no fue ni autoritaria, ni impositiva, ni excluyente con los dos diputados, sino integradora y dialogante, democrática.

En esa sesión de la ejecutiva, Adanero y Sayas (y los demás) admitieron la posibilidad de dar un “sí” a la reforma acordada por los agentes sociales si se conseguían contrapartidas por parte del PSOE. Nunca dijeron que votarían “no”. Además, aceptaron que fuera la cúpula del partido la que negociase esas contrapartidas y decidiera el sentido del voto. Es decir, se comprometieron a aceptar lo que la cúpula acordase. Pero no han cumplido su compromiso. Aparentaron aceptar lo que decidiera la cúpula, pero en realidad -callándolo- lo aceptaban sólo si decidía lo que ellos quisieran. En definitiva, se han situado finalmente por encima de todos. Además, no decir ahí que votarían “no” y después hacerlo es engañar. Han hecho varias trampas en el juego, y quien hace trampas pierde credibilidad. Comprometidos a que la decisión fuera de la cúpula, han hecho que fuera la suya. ¿Ataque de egocentrismo? Tiene toda la pinta, y el egocentrismo es ciego y no reconoce los propios errores.

Más. La Secretaria General (número 2 del partido) les comunicó la decisión de la directiva y le respondieron que no estaban de acuerdo pero que la aceptaban y votarían “sí”, y así lo publicó la prensa el día de la votación en el Congreso. Finalmente votaron “no”, incumpliendo su palabra y engañando nuevamente al partido, al que no informaron de que iban a votar “no”, y que se enteró de su voto negativo en el momento mismo de la votación. Incumplimiento de la palabra, ocultación de la verdad … egocentrismo.

Posible explicación: en Madrid, Adanero y Sayas se dejaron atrapar por la interpretación de la votación hecha por el PP y VOX, según la cual votar “sí” era apoyar a Sánchez. No fueron capaces de mantener la interpretación de su partido, para la cual votar “sí” era aceptar el acuerdo logrado por la patronal, los sindicatos y los autónomos. El egocentrismo no reconoce esta debilidad, y se ciega y se olvida del compromiso adquirido en la ejecutiva, mantiene engañado a su partido, se olvida de que se es diputado no por el ego propio sino por ir en unas listas, y reviste todo esto con el solemne ropaje de la dignidad. Pero no hay dignidad si se incumplen los compromisos, se oculta la verdad y se hace un daño grande a la organización a la que se le debe el puesto. El egocentrismo no ve la viga en el ojo propio, no reconoce errores ni culpas, ni se considera merecedor de sanción alguna. Asombrosa ceguera.