Opinión

¿Tontolandia?

Como las municipales y autonómicas están cerca y parece que serán una primera vuelta de las generales, el sanchismo lleva tiempo lanzado a una campaña frenética: lavar el cerebro al personal con las televisiones obedientes y el CIS; comprar voto joven e inmigrante con los 400 € para “kultura”, con la promesa de 20.000 € a todo el que cumpla 18 años y con las legalizaciones masivas; prometer pisos inexistentes, un millón de puestos de trabajo, menos tiempo de trabajo, dinero a chorros para la FP... Y lo que oiremos. Prometer para no hacer; la mentira, especialidad de la casa. Y la de aquí lo mismo. Ahora nos viene con que hará el canal de Navarra y el TAV. Menuda cara.

Muchos comentaristas de política o de economía dicen que Sánchez nos toma por tontos. No sólo eso, sino que también parece creer que tenemos “memoria de pez”, que en las elecciones no se le va a pasar factura por todo lo que en su política ha habido de burla a la inteligencia, a la verdad y a la decencia política. Sería estúpido e injusto que así fuera. Por eso no hay que cansarse de recordar. ¿Cuántas veces nos ha dicho que iba a hacer lo contrario de lo que después hizo? ¿Quién ha hecho del CIS una máquina de mentir? ¿Cuánta “información” manipulada y manipuladora ha dado mediante sus televisiones? ¿Cuántos datos ha ocultado y falseado de muertos en la pandemia, de parados, de deuda pública, de su bajada de pantalones ante Marruecos etc.? 

Luego está el capítulo negro de su alianza con golpistas y proetarras, y la política consiguiente: blanqueo falsamente democrático de Bildu, indultos, rebajas del delito de sedición, eliminación del de malversación; dejar tirados a los catalanes y vascos que quieren ser españoles bajo la persecución lingüística de los nacionalistas; privilegios económicos a estos mismos etc. Ha traicionada a España, a los españoles y a los saharauis anteponiendo a todo su conveniencia. Nada tiene que ver todo esto, ni lo anterior ni lo siguiente, con ser de izquierdas sino con la falta de decencia.

También su nada democrática faceta de autócrata bananero: su control de la fiscalía, que ha dejado de ser del Estado para pasar a ser suya; su ocupación antidemocrática del tribunal constitucional; los ilegales estados de alarma y cierres del Parlamento, el abuso continuo del decreto-ley puenteando al Congreso; el desprecio chulesco de la oposición no respondiéndole en el Parlamento a las preguntas incómodas o a las críticas; el nepotismo, regalando a sus allegados puestos para los que los agraciados tenían nula preparación: a su mujer una cátedra; a sus amigos suculentos cargos...

¿Cuántas leyes dañinas ha hecho? La de educación que producirá hornadas de semianalfabetos sin capacidad de esfuerzo y autosuperación, sin futuro; la del “sí es sí” que premia a violadores y pederastas; la ley trans que ya ha arruinado muchas vidas en otros países; la de vivienda, de Bildu y ERC, casi gemela de la del “sí es sí” en cuanto que premia a los okupas y está también comprobado que produce en su sector efectos similares a los de la ley del “sí es sí” en el suyo; la ley del aborto con su aberrante derecho a matar, su ley de memoria guerracivilista, su repugnante profanar tumbas y desenterrar y humillar cadáveres etc. Incompetencia, estupidez, soberbia, cainismo.

Todo esto y más se ha hecho con tal desfachatez que efectivamente parece creer que tenemos memoria de pez. Pronto veremos si esto es Tontolandia o si aún hay esperanza.