Opinión

Talibanes ateos

Es obra de Henriette Boutens una escultora holandesa-pamplonesa
photo_camera Es obra de Henriette Boutens una escultora holandesa-pamplonesa

Lo que vendría a ser el cuerpo del delito es una escultura que representa a un padre, una madre y tres hijos de diferentes edades y tamaños formando un solo cuerpo o bloque. No está ubicada en la Ribera, pero ha dado lugar a un hecho que puede interesar a todos. Situada en Pamplona, en un lateral de Civican (Av. Pío XII-Vuelta del Castillo), lleva 21 años en ese lugar. Es obra de Henriette Boutens, una escultora holandesa-pamplonesa.

El sindicato CCOO, como si fuera un Catedrático de Arte y hubiera estado estudiando esa escultura durante 21 años, o como si la escultura formara parte del convenio del metal, ha presentado hace no mucho en el Ayuntamiento de Pamplona una solicitud pidiendo su retirada. La argumenta diciendo que la escultura podría contravenir la normativa en materia de igualdad porque “traslada la preeminencia y superioridad del hombre, que duplica en tamaño a la mujer (no es verdad que duplique; simplemente es más alta), está por encima de ella y la rodea con los brazos”. CCOO, zote en arte, interpreta que la desigual altura transmite un mensaje desigualitario, machista, que humilla a la mujer. Interpretación equivocada. Ya da idea de que lo es, el hecho de que la autora sea una mujer creadora, autónoma, nada que ver con sumisiones ni machismos.

Cierto que la figura del padre hace un gesto en la escultura como de rodear a la madre y al grupo con sus brazos, pero para un observador normal ese esbozo de abrazo (y todo el grupo escultórico) simboliza el amor de los padres entre sí y por los hijos, y es un gesto de protección del padre hacia la madre y los hijos. No de dominio o posesión. Y en cuanto al hecho de que el padre sea más alto, puede reflejar un simple hecho estadístico, pero además sugerir que, al proteger a los otros, él es el más expuesto a correr riesgos, a cargar con la posible peor parte. O sea, nada de privilegios machistas sino sacrificio por los seres queridos. Es decir, un buen padre. Sin embargo, CCOO ve en la escultura una desigualdad machista. Con el mismo criterio, al haber desigualdad también en las estaturas de los hijos, CCOO interpretará que la escultura transmite el mensaje de que los niños no han de tener todos iguales derechos, sino que ha de haber unos privilegiados y otros marginados. Interpretaciones necias puede haber tantas como intérpretes necios. 

El caso recuerda a una especie de chiste en el que un obseso sexual veía en el test de Rorscharch (en unas manchas de tinta sin forma definida) escenas tórridas. El obseso proyectaba en el objeto sus obsesiones subjetivas, su patología. Algo parecido ocurre en este caso. Los obsesos proyectan en la escultura sus obsesiones.

La escultura viene a ser un homenaje a la familia natural, y quizás es eso lo que no soportan los nuevos savonarolas ateos. Si los personajes adultos hubieran sido dos gays o dos lesbianas abrazaditos, aunque uno o una fuera más alto que el otro o la otra, o si en vez de niños tuvieran perros, seguramente la escultura les parecería estupenda, progresista. Y es fácil que también les disguste que las figuras formen un cuerpo unitario y sólido, símbolo de la familia natural unida sólidamente por el amor, o sea “ultra, de extrema derecha, lo menos de VOX, qué asco”.

¿Qué hace un sindicato entrometiéndose en la decoración urbana? Pues lo que hace casi toda la izquierda. Hace méritos para agradar al feminismo ¿extremista, fanático? que nos gobierna. Hace el ridículo sin saberlo, y ejerce de inquisidor, algo muy propio de quien se cree moralmente superior, es decir progresista.