Opinión

Seudoapocalipsis para quedarse

Apocalipsis de San Juan (el verdadero) 8,1: “Cuando el Cordero abrió el séptimo sello, se hizo un silencio como de media hora”. Seudoapocalipsis de Pedro Sánchez: cuando el Embustero publicó su carta, se hizo un silencio como de cinco días.

Seguro que no lo ha leído, pero lo que puso en marcha con su carta se parecía bastante al Apocalipsis. El verdadero describe lo ocurrido al abrirse los seis primeros sellos y lo que ocurrirá después de la apertua del séptimo: el fin del mundo. Paralelamente, en su carta apocalíptica, el Embustero nos dijo también lo que, según él, había ocurrido en España antes de abrir él su “séptimo sello” (publicar su carta) y lo que podía ocurrir tras el silencio de cinco días: que él abandonase la presidencia del gobierno. El Ser Supremo nos concedió esos cinco días para que sus humildes súbditos tomásemos conciencia de que su marcha equivaldría al fin del mundo

En el Apocalipsis verdadero, la apertura de los seis primeros sellos lleva ya consigo grandes catástrofes: galopan los cuatro jinetes en sus caballos blanco, rojo, negro y verdoso y extienden por el mundo la muerte, la peste, el hambre y la guerra; el sol y el mundo se oscurecen, las estrellas caen sobre Tierra … en fin, la repera. En su seudoapocalipsis, los cuatro jinetes eran lo que él llama la derecha y la ultraderecha y su medios (el PP, VOX, UPN, ABC, El Mundo, El Confidencial, El Debate ...). La muerte y la desolación provocadas por esos agentes del mal venían a ser las noticias, según él falsas, sobre su esposa y él mismo, y la falta de empatía hacia él, centro del mundo, el enamorado por antonomasia. Grotesco si no fuera malvado y peligroso. Y naturalmente, falso.

El Apocalipsis es una profecía. El seudo de Sánchez era una amenaza: “cuidadito, que igual me voy”. Temiendo que se fuera, los estómagos agradecidos del PSOE tipo María Jesús Montero, Pachi López y muchos más se echaron a la calle suplicándole que no se fuera, llorando, gritando, cantando "La Internacional" y el “no pasarán” de los comunistas madrileños de los años 1936,7 y 8 (de 1939 no, porque los nacionales pasaron). Escenas sólo posibles en una democracia muy degradada, propias de la Venezuela y La Habana de hoy, y del Madrid prerrevolucionario y guerracivilista del Frente Popular de los años treinta. Inconcebibles en una democracia europea. 

Todos ellos, también la Chivite, agitaron el espantajo de la democracia en peligro. Igualmente sus socios: los provenezolanos y procubanos Enrique Santiago (jefe del partido comunista), Errejón o Yolanda Díaz; el etarrademócrata Otegui, que presumió de haber sido él también víctima de jueces fascistas; o en nombre de “la cultura”, el provocador senil Almodóvar, que dijo haber llorado. Esa democracia que pretendían defender ha consistido en impedir Sánchez como fuera que la derecha gobernase, uniéndose a tal fin con partidos golpistas y herederos de ETA; en apropiarse del Fiscal General (“¿de quién es? Pues ESO, y por ESO su Fiscalía de Madrid ha corrido a salvar a Begoña de los ataques de los “fascistas”, y ha pedido, saltándose al juez, el archivo inmediato de la denuncia contra ella), del Tribunal Constitucional y del CIS; en intentar hacer lo mismo con el Consejo del Poder Judicial; en acosar a los jueces y amedrentarlos; en poner a su servicio las televisiones que pagamos todos, en mentir a mansalva, levantar muros, extender el guerracivilismo; en que Begoña se aprovechase de su situación privilegiada para hacer negocios, en dar millones de euros a los amigos de Begoña desde el gobierno; en forrarse unos cuantos con la compra de mascarillas inservibles etc. 

El Mentiroso ha dicho que vuelve para que no se degrade la democracia que él había ya degradado hasta ese punto antes de irse. Si antes ya no tenía principios y anteponía su interés político a todo y dice volver con más ganas que nunca, es que vuelve todo esto corregido y aumentado; que vuelve dispuesto a llevar la degradación mucho más lejos. Si además los suyos le han pedido una política tipo Frente Popular de los años treinta, no hace falta tener las dotes proféticas de San Juan para prever lo que va a ser ese “punto y aparte” que ha dicho que significa su vuelta: una seudodemocracia dictatorial, con el Caudillo guerracivilista impune, por encima de la ley, sin ninguna línea roja, ebrio de venganza, dispuesto a someter a los jueces, a reprimir a la oposición, a asfixiar la libertad de expresión, la prensa libre etc. Venezuela.