Opinión

Retroceso evolutivo

Paseo veraniego por Belagua-Belabarce. El camino pasa por una cascada bastante concurrida. Cuatro bañistas desnudas en la poza. Da la impresión de que se encuentran tan cómodas en su desnudez como podría encontrarse un perro. Los animales no tienen conciencia de que están desnudos, no tienen pudor, no cubren sus órganos sexuales. Los humanos mínimamente civilizados sí. La desnudez casi animal de aquellas mujeres, su falta de pudor, es síntoma de retroceso evolutivo, de abandono de prácticas y planteamientos humanos y acercamiento al nivel animal.

Cabe pensar por qué se dan esas diferencias entre animales y humanos. Una respuesta biológica diría que ellos tienen épocas de celo y sólo entonces sienten atracción sexual. El celo es en su caso la forma natural de limitar y ordenar la actividad sexual. Como nosotros no tenemos esa forma natural, ocultar el sexo sería la forma cultural de empezar a limitar y ordenar la actividad sexual: se tapa para no provocar un constante deseo sexual. Según eso, no cubrirlo significaría que esas bañistas están dispuestas al acto sexual en cualquier momento con quien les apetezca. Sería un síntoma de promiscuidad, un rechazo de la actividad sexual ordenada, y por supuesto de la realizada en ámbitos de amor personal, de fidelidad, de compromiso, de familia etc. (¿la moda de los minipantalones supercortos de las chicas es una manera de fomentar todo eso?). ¿Y si de la promiscuidad surgieran embarazos? En ese caso, quienes imitan a los animales en la desnudez suelen dejar de imitarles no teniendo inconveniente en matar el fruto de la promiscuidad abortando.

Por otra parte, cubrir el sexo ha sido y es el resultado de considerar a la vida como un poder que nos sobrepasa, un misterio, algo sagrado que procede de Dios, fuente última de la vida, y que hay que respetar, proteger y no manipular a nuestro antojo. Taparlo es también un modo de expresar todo eso. El consumismo ateo hoy vigente rechaza estos planteamientos, y en él, la fuente de la vida -el sexo- pasa a ser primordialmente fuente de placer que ha de ser exprimida al máximo con técnicas de no-reproducción, y en su caso ensangrentada en el aborto. No respetar la fuente de la vida y no cubrir el sexo van ligados.

El asunto tiene que ver además con el hecho de que los animales no tienen mundo interior y no necesitan intimidad que lo proteja. Los humanos mínimamente civilizados sí, y han creído que lo que pertenece a la intimidad ha de ser puesto a cubierto de miradas externas, y que las relaciones sexuales forman parte de lo íntimo o privado y merecen la protección de la intimidad Tapar el sexo forma parte de esa protección. Las bañistas desnudas no parecen sentir ya esa necesidad de protección, el sexo y su actividad no parecen pertenecer en su caso a la intimidad sino a la exterioridad, quizás porque no tienen ya mundo interior. En cualquier caso, retroceso hacia lo animal.

Hay además, como señala el Génesis, cierta relación entre el sentido del pudor y el sentido de la culpa. Prueba de ello es que los animales no tienen ni el uno ni el otro. Las bañistas no muestran sentido del pudor, y probablemente tampoco tienen sentido de la culpa. No solo ellas. Muchos dicen hoy, con estúpido orgullo, “no me arrepiento de nada”. Otra señal de grave retroceso evolutivo.