Opinión

Progresando

Tenemos gobiernos progresistas en Madrid y aquí y, claro, progresamos, Por ejemplo, hacia el envejecimiento poblacional y el invierno demográfico. En Navarra nacieron en 2020 5036 personas y murieron 6.612, el saldo negativo fue de 1.576 personas. Y en 2019 (año sin pandemia) en España el saldo negativo fue de 57.146 personas. Por este camino vamos hacia la extinción de nuestra sociedad. Progreso suicida. Podía haberse solucionado este grave problema, pero se abortan al año unos cien mil futuros niños. El progresismo ha convertido el matarlos en un derecho dejando sin derechos al feto como si fuera una parte maligna en el cuerpo de la madre, un cáncer. Progreso anticientífico, oscurantista e inmoral. Anticientífico porque la ciencia sabe que el feto es un ser diferente de la madre. Oscurantista porque impide ver cómo es el feto antes de abortar y lo que se hace en un aborto. Psicópata porque hace que sea un derecho matar cien mil vidas humanas y un delito rezar, y no se sale masivamente a la calle a echar al gobierno psicópata. Y progreso antinatural en cuanto que le es igual tener hijos o no, e incluso considera motivo de orgullo (gay) no tenerlos, con lo que hace tan válidos los matrimonios capaces de procrear (heterosexuales) como las infecundas uniones homosexuales, y ve motivos de orgullo en estas últimas. Y como guinda de tanto progreso en el error, se tienen más perros que hijos.

Progresismo estúpido que menosprecia a los que, como los húngaros, toman medidas para combatir la baja natalidad. Progresismo egocéntrico, miope e infantil, que busca vivir en lo inmediato, gozando al máximo en el presente, sin pensar en el mañana, como las cigarras de la fábula. Con todo, en su “Agenda España 2050”, el progresista Sánchez, incapaz de gobernar medianamente el presente, ha previsto el futuro: que vengan cada año 250.000 inmigrantes para compensar la falta de nacimientos. Progreso equivocado que generará una sociedad multicultural hecha de fragmentos que no se entienden y quizás se enfrenten. España se parecerá a una familia desestructurada, mal avenida. Dejará de ser una nación y, como la natalidad en los inmigrantes es más alta, iremos hacia una sustitución de la población. De nuevo progreso suicida.

Gran progreso también en las rupturas matrimoniales. La tasa anual de divorcios está en torno al 60% del número anual de matrimonios. Deplorable progreso, fruto de un progresismo egocéntrico que tiene fobia a la fidelidad, al compromiso, al sacrificio y al esfuerzo. No es capaz de mantener compromisos a largo plazo, ni de sacrificarse criando hijos ni cuidando a los padres viejos. Penoso progreso en divorcios, en perros en lugar de hijos y en padres en el asilo.

Nuestros padres o abuelos tenían hijos, apenas divorcios ni abortos y cuidaban de los viejos. Su capacidad de esfuerzo, de sacrificio, de compromiso, de fidelidad y de austeridad eran grandes. Apenas tenían técnicas para paliar el sufrimiento y estaban dispuestos a soportarlo. Nuestro progresismo ha perdido todas estas buenas capacidades. Para él es mejor matarse eutanásicamente que sufrir. Se progresará todavía más, se hará con los hombres lo que se hace con las mascotas. Tiene su lógica. El progresismo suele ser ateo, autosuficiente, no creer en otra vida, estar satisfecho de todo lo que piensa y hace y no arrepentirse de nada. Resumiendo, falso progreso, enorme retroceso. Si aún estamos a tiempo, urge dar un volantazo y conducir nuestras vidas en dirección inversa.