Opinión

Mentiras, cobardías...

El cambio de postura repentino del Presidente del Gobierno en la cuestión del Sahara revela una vez más que nos gobierna un elemento peligroso. Como tantas veces, ha mentido. En su programa electoral se comprometió a mantener la postura tradicional del PSOE de seguir apoyando la resolución de la ONU, y en octubre apoyó la declaración de la ONU exigiendo el referéndum de autodeterminación, pero ahora ha apoyado justo lo contrario. Además se dijo desde el Gobierno que se había notificado previamente a Argelia el cambio de postura, pero Argelia lo ha negado y han dado marcha atrás. Y ha mentido por boca de su ministro Iceta, que ha presumido de que, gracias a ese cambio de postura, Marruecos ha renunciado a Ceuta, a Melilla y a Canarias. Pero nada hay que muestre que esto haya ocurrido, y todo indica que es una pura invención falsa. Su Vicepresidente hasta no hace mucho Pablo Iglesias, que lo conoce bien, ha hecho un buen diagnóstico cuando ha dicho “No hay nada más imprudente que fiarse de Pedro Sánchez”. Efectivamente, lo mejor es no confiar en un mentiroso, en un tramposo, y sacarlo del Gobierno lo antes posible. 

Se ha criticado con razón que haya tomado prácticamente él solo la decisión de entregar el Sahara a Marruecos. No ha informado previamente ni a su gobierno, ni a los otros partidos, ni al Congreso ni a Argelia. Y como la política exterior es una cuestión de Estado, es inaceptable que la cambie un partido solo; y menos un individuo solo. Gobierna como un dictador, en plan ordeno y mando, sin explicar ni justificar sus actos, sin debatir. Y como los toreros cobardes, en lugar de ir él al toro, de dar explicaciones claras, ha hecho salir a sus subalternos los ministros a dar la cara. Mientras tanto, él escondido, cobarde, sin asumir sus responsabilidades, sin dignidad. 

Dejar tirado al débil (los saharauis) y ponerse del lado del fuerte (Marruecos) aunque no tenga razón es lo que hacen los tipos como él, cobardes, oportunistas, sin principios. 

Como al hacer política Sánchez no tiene como objetivo principal el bien de España sino el suyo propio, al saberse su pirueta saharahui, ha sido inevitable preguntarse qué creyó que iba a ganar él con ese cambio de postura. Según unos, Marruecos estaría preparando una gran invasión de ilegales y, cobarde como es, en lugar de enfrentarse al chantaje, ha pagado ese precio para evitarse el problema y su propia humillación, con lo que Marruecos sabe que lo tiene dominado. A él, y por su culpa a España. Si es así, ha perjudicado a España por su interés personal y su cobardía. Según otros, habría asumido la posición yanki sobre el Sahara para congraciarse con Biden, para dejar de ser un donnadie en el panorama internacional, para que Biden le llame por teléfono. Si era esto, ha fracasado porque el yanki sigue excluyéndole en sus consultas con gobernantes europeos sobre la guerra de Ucrania. Las dos hipótesis pueden ser verdaderas al mismo tiempo. España gobernada por Sánchez es un cero a la izquierda en el mundo.

Impresionan también los muy escasos o inexistentes principios del PSOE, del PSN y de Podemos: en el PSOE no ha ha habido una sola voz discrepante ni ha dimitido nadie, y Adriana Lastra y otros de su nivel están preparados para llamar “extrema derecha” a quien discrepe de la pirueta. Esta sumisión unánime al líder, diga lo que diga o haga lo que haga, se daba en las dictaduras soviéticas. En el PSN ha dimitido uno, Carlos Mena (había uno con principios y se ha ido). Y Podemos y sus ministras critican, pero sin levantar la voz ni agitar la calle. Y sin dejar las poltronas. El interés personal por encima de los supuestos principios. Un antiejemplo más.