Opinión

Maneras venezolanas

Supercomprobado que es un mentiroso, un farsante sin principios ni líneas rojas ni vergüenza, un ególatra dispuesto a lo que sea que gobierna con y para los enemigos de España. Comprobamos también en el debate preelectoral con Feijoo su escaso bagaje. Hizo el ridículo. Soberbio y fatuo como es, salió escaldado. Así que, llegado el debate de la investidura de Feijoo en el que no tenía la ventaja del tiempo indefinido, no se atrevió a dar la cara y sacó a hablar en su nombre a un matón para que reventase la investidura. Incumplió así sus obligaciones democráticas de respetar al adversario y debatir con él. Desprecio al candidato, al Rey que lo nombró, al Parlamento y al pueblo al que debe decirle la verdad y no callarla o mentirle. Actuó como un dictador.

Para nada hizo el elegido Oscar Puente lo que las reglas democráticas ordenan, debatir sobre las propuestas de gobierno del candidato, sino que su intervención fue una exhibición obscena de lo que es la “memoria histórica” del PSOE: falseó la realidad y la historia, culpabilizó, descalificó y acusó muchas veces falsamente a su adversario y no reconoció jamás culpas ni errores propios. Habló del origen franquista del PP pero no del origen largocaballerista (leninista) del actual PSOE. Habló de la corrupción del PP (¡el PSOE de los ERES acusando de corrupción!). De la soberbia del PP, pero no de la soberbia del ególatra Sánchez. Del fomento de la crispación por parte del PP, no de la crispación que Rodríguez Zapatero confesó que iba a poner en marcha (guerracivilismo, ley de Memoria histórica) y que Sánchez ha intensificado enormemente. Acusó a Aznar de la guerra del Golfo (¡¿?!), de “instigar el 11 M” (¡¿de provocar él los atentados a los trenes?!), pero no habló de la guerra sucia de los GAL ni del acoso antidemocrático a las sedes del PP por parte del PSOE la tarde anterior a aquellas elecciones. Acusó sin cifras ni pruebas a Feijoo de aumento injustificado de patrimonio, y de ser amigo de un narcotraficante, pero calló que Sánchez es amigo y socio de Tito Berni y otros delincuentes. También de estar instalado en la mentira. Él, que hablaba en nombre del gran mentiroso. Se burló de la incapacidad del PP para pactar “salvo con la extrema derecha”, y presumió de lo contrario. Se le vio encantado de pactar y gobernar con delincuentes y enemigos de España. 

En la intervención del energúmeno que era la voz de Sánchez, no hubo argumentos, ni debate sobre el programa, ni respeto al acto, a la democracia, al Parlamento. Tanto por el contenido como por su tono y sus formas, por sus insultos y descalificaciones de trazo grueso. el bocazas recordaba mucho a Hugo Chávez, a Maduro, a personajes de esa calaña. Pedro Sánchez lo abrazó cuando bajó de la tribuna, plenamente identificado con él. Tras el matón vimos al Sánchez auténtico. La bancada del PSOE aplaudió entusiasmada. Poco bueno y mucho malo cabe esperar de un partido así. 

Los analistas dijeron (a toro pasado) que la ausencia de Feijoo en aquel debate anterior a las elecciones, que podía haber sido a cuatro y fue a tres, perjudicó a Feijoo. ¿Le perjudicarán a Sánchez su cobardía y su talante chavista? 

La amnistía es la condena de la Transición”, dijo Alfonso Guerra. De la Transición y de la democracia que ella estableció. Oscar Puente, hablando en su nombre, anticipó la probable próxima legislatura: Sánchez presidente, un mamporrero por encima de la ley que controla los poderes del Estado. Un nuevo dictador, esta vez con traje rojo.