Opinión

Mácbeth

Que Pedro Sánchez tiene un afán de poder enorme, podría decirse que monstruoso o patológico, es indudable. Y que tiene cero escrúpulos, también. De ahí que recuerde a Ricardo III, a Mácbeth o al tío de Hamlet, personajes de Shakespeare. Salvando las distancias (Shakespeare se inspiró en un personaje de hace casi mil años), quizás el que más juego da es Mácbeth.

Shakespere “explicó” el hambre de poder de Mácbeth inventándose unas brujas que le profetizaron que sería Rey. Sánchez no parece creer en brujas, ni en profetas ni en Dios, sino solo en él mismo, y para tener un deseo desmedido de poder se basta él solito. De su egolatría enorme nace su patológico deseo de poder. 

Para llegar a ser Rey, Mácbeth asesinó al Rey mientras dormía, y una vez en el poder siguió asesinando. En nuestro ámbito no es usual mancharse las manos de sangre para llegar al poder o para conseguir objetivos políticos, salvo en el caso de ciertos salvajes nacionalistas del País Vasco y Navarra. Los asesinatos suelen ser políticos. Así, un Comité Federal del PSOE intentó en 2016 matar políticamente a Sánchez por el bien de España. Lo dieron por muerto cuando no lo estaba, y fue él quien acabó asesinando políticamente a todo quisque ayudado por una tropa de Santoscerdanes. Primero a aquel Comité Federal. Luego a Susana Díaz. Después a Rajoy con una emboscada tramposa y con unos cómplices traidores (PNV) y faltos de escrúpulos (ERC, Bildu …). Y cuando le ha convenido, a Ábalos, al astronauta, a González Laya, a su lacayo Ivan Redondo… Al Rey lo semimata para hacer de él una especie de muñeco de ventrílocuo. 

Una vez en el poder, Sánchez “reina” como cabría esperar de un Mácbeth, de la mano de una banda de enemigos de España, de golpistas, de aliados de asesinos etc. Lo mejor de cada casa. Y como lo suyo es someter todo a su todopoderosa voluntad, en cada autonomía ha puesto franquicias dirigidas por peones de menor talla política que él y que actúan y gobiernan a su dictado y con su mismo egocentrismo, afán de poder y falta de escrúpulos. Ahí están Chivite, Alzórriz, Ramírez ...

En la tragedia de Shakespeare, Lady Mácbeth era tan o más ambiciosa que su marido, y más fría y despiadada que él. Begoña tiene pinta de parecerse a ella. 

Tras su crimen, Mácbeth oyó una voz que le dijo “no dormirás más. Mácbeth ha asesinado al sueño”. Nuestro Mácbeth nos mintió diciendo que no dormiría si pactaba con Podemos, y no hay señal de que haya en él algún atisbo de conciencia moral que le impida dormir por haber pactado, por haber mentido cuanto le ha dado la gana, por haber malgobernado o por haberse pasado la Constitución por el arco del triunfo. 

Como las brujas profetizaron también a Mácbeth que no caería hasta que el bosque de Birnam se pusiera en marcha y avanzara contra él, se creía seguro, pero el augurio se cumplió cuando un ejército se puso en marcha camuflado con ramas desde el bosque de Birnam. En el caso de Sánchez, el movimiento del bosque que va a acabar con él será el movimiento de votantes que le abandonan y pasan a apoyar a partidos de la oposición.

Cuando el bosque se puso en marcha y llegó la hora de su muerte, Mácbeth dijo algo que, bien mirado, era la sentencia que su propia vida se merecía: “la vida no es más que … un cuento narrado por un idiota con gran aparato y que nada significa”. Cuando Mácbeth Sánchez pierda las elecciones, su ego hinchado, cegado por la egolatría, será incapaz de ver que su vida atea, su afán de poder, sus mentiras y trapacerías, su tantísima energía malgastada al servicio no del bien común sino de su ego han sido eso, una patochada estúpida, un cuento aparatoso narrado por un idiota y que nada significa.