Opinión

La otra pandemia

La pandemia del covid 19 ha dañado en muchos casos órganos vitales, ha matado mucho y parece que, si no vencida, está bastante neutralizada. Pero además de ella, padecemos otra que no daña los cuerpos sino las mentes, las almas, la sociedad, la convivencia, la política. Así como en la covid ha habido varios virus diferentes sucesivos, en la otra pandemia hay distintos virus simultáneos que actúan aliándose entre sí. Están los virus independentistas catalán, bildutarra y peneuvista, que actúan para acabar con la nación española. Está el virus podemita que, como antisistema, actúa para destruir el edificio político vigente, la Constitución del 78. Y está el virus principal, Don Pedro Sánchez, que en vez de neutralizar a todos esos virus dañinos, los potencia y actúa con y para lo mismo que ellos. Ese cóctel vírico ha dañado gravemente órganos vitales del cuerpo social y político: la fiscalía general del Estado sometiéndola al dictado de Sánchez, el CIS con Tezanos, el Tribunal de cuentas (eliminando a su presidenta Mariscal de Gante, odiada por los golpistas), la Comisión de Secretos oficiales (dando entrada en ella a todos los virus), el Centro Nacional de Inteligencia, la policía y la guardia civil (burlándose de los “piolines”), las sentencias judiciales (sacando a los etarras de la cárcel y blanqueándolos, o indultando a los golpistas), la Monarquía (jibarizando y arrinconando al Rey), la Constitución, incumpliéndola cuando le apetece etcétera. También la economía, con de las peores cifras de Europa en paro, inflación, deuda y despilfarro. 

La otra pandemia tiene además un componente ideológico que está presente en esos virus y que lo inoculan en la sociedad: una ideología dañina porque está basada en una idea falsa del hombre y da lugar a vidas y a sociedades equivocadas. Una ideología pandémica que hace suya la falsa promesa de la serpiente del Edén: seréis como dioses, dueños de la vida y de la muerte, medida del bien y del mal. Con derecho por tanto a matar a los humanos más vulnerables, los fetos; y a sugerir a viejos y enfermos el suicidio. Una pandemia ideológica, un cúmulo de falsedades antropológicas. Es falso que el aborto pueda de verdad ser un derecho. O que ser gay pueda ser de verdad motivo de orgullo. O que las uniones homosexuales (no reproductivas) sean para la sociedad igual de valiosas que las heterosexuales (reproductivas). O que podamos de verdad cambiar de sexo. O que los hijos no sean de los padres sino del Estado. O que no pasa nada si se tienen muy pocos hijos y mueren más personas que las que nacen (hasta marzo: 124.406 fallecidos y 79885 nacidos) y cada año se da entrada a 200.000 inmigrantes, mas los ilegales, de religiones y culturas muy diferentes (falsedad que lleva al envejecimiento social y a una pirámide poblacional invertida insostenible, y después a la sustitución de la población y la cultura autóctonas por un puzzle de culturas y modos de vida extranjeros entre sí, a una nueva Torre de Babel en la que es imposible la buena convivencia y la existencia de la nación). O es falsa la visión de la historia que impone su totalitaria ley de “Memoria democrática”. O es errónea y letal su ley de educación que promueve la vagancia, la ignorancia y el desprecio del conocimiento y de la verdad ... O es falso, en fin, casi todo lo que dice y hace Sánchez. 

Si la pandemia del covid 19 la hemos semivencido gracias a las vacunas de ciertos laboratorios, nadie va a venir a ponernos vacunas para acabar con la otra pandemia. Si queremos recuperar la salud antropológica, social y política, habrá que enfrentarse sin descanso a todos esos virus hasta vencerlos.