Opinión

Kleenex

Tras el cambio de ministros hecho por Sánchez, no es un disparate pensar que los ha utilizado como a los kleenex, y cuando estaban usados y sucios los ha tirado. Es verdad que muchos presidentes remodelan sus gobiernos, pero lo del kleenex es válido porque Sánchez es tan egocéntrico que él es el fin principal de su política y los demás – los cesados por ejemplo- son medios, instrumentos que usa y tira cuando le conviene. Y con tal de ser él presidente, no duda en hacer la política que quieren los enemigos de España. Sánchez ha aplicado a los cesados la eutanasia política intentando que no se la apliquemos a él en las próximas elecciones. Para que, sacados del escenario político, nos olvidemos de las fechorías que han hecho siendo ministros. Pero no nos dejemos engañar. Se van, pero sus fechorías (y otras) y el responsable último de todas ellas -Sánchez- se quedan.

Se ha ido Celaá pero se queda su ley de Educación, que pretende que los hijos no sean de sus padres sino del gobierno de Sánchez, y que va a empeorar aún más la ya mala educación permitiendo pasar de curso con un número ilimitado de suspensos. Buen ejemplo de la política del PSOE y de Podemos, empeñados en instaurar nuevos “derechos” demagógicos y disparatados como éste de pasar de curso sin estudiar ni saber. 

Ha salido el ministro de Justicia pero quedan los indultos a los golpistas con los jueces y la ley en contra, y con el consiguiente desprestigio a nivel internacional del poder judicial y de España como Estado de derecho en el que debería imperar la ley. 

Adiós a Ábalos, quizás para que no recordemos las cuarenta maletas de la vicepresidenta de Venezuela que entraron sin ningún control, haciendo que a España se la perciba internacionalmente como más próxima a un narcoEstado que a una democracia fiable y respetable donde impera la ley. 

El gurú Iván Redondo dijo estar dispuesto a tirarse por un barranco por Sánchez. No ha hecho falta. Lo ha tirado el propio Sánchez. Quizás por haber montado la operación que dio lugar a la derrota humillante del sanchismo en Madrid, y que el orgullo de Sánchez no soporta. El aparentemente muy fiel a Sánchez había sido ya antes sin embargo estratega ¿fiel también? de políticos del PP. Sería divertido ver qué ocurriría si Casado o Vox le ofrecieran ese cargo, eso sí, bien pagado económica y políticamente. 

Ha caído la de Exteriores pero queda el conflicto y la humillación por parte de Marruecos, y queda España siendo un cero a la izquierda en el panorama internacional. Y quedan otras humillaciones: las de Bélgica con Puigdemont o la del Consejo de Europa hacia nuestro poder judicial. Aquí se ve claro que Sánchez es responsable de todos estos desastres. La “entrevista” con Biden en el pasillo es otra muestra del nivel en que ha situado a España. 

Se ha ido Carmen Calvo pero quedará su “Ley de Memoria Democrática” que, como hacen los dictadores, nos impone su visión de la historia y elimina la libertad de expresión. 

Lo de los kleenex es válido, aunque como a Sánchez seguramente le conviene más estar rodeado de estómagos agradecidos que de resentidos, muchos de los cesados no serán tirados y olvidados en una metafórica papelera, sino premiados mediante puertas giratorias que conduzcan a puestos tranquilos y muy bien remunerados. Y no hay que dejarse engañar: los que entran comparten las tropelías hechas por los que salen, y entran para ayudar a Sánchez a hacer la política que gusta a los enemigos de España.