Opinión

Juego sucio

En diciembre de 2021, la vicepresidenta Yolanda Díaz profetizó que la derecha ya no gobernará y que, si gobierna, la calle se llenará de protestas y manifestaciones. ¿Organizadas por? Naturalmente por los suyos. O gobiernan ellos o provocan el caos y hacen ingobernable el país. Así de antidemócratas son. Poco antes, Pablo Iglesias había dicho otro tanto. 

El PSOE podría ser diferente de Podemos, podría ser heredero del socialismo civilizado de Besteiro, socialdemócrata. Sería bueno para España. Pero desde Zapatero, y sobre todo con Sánchez, ha elegido acercarse a lo peor de su pasado, al socialismo de Largo Caballero, a su doctrina de que “si los socialistas son derrotados en las urnas, irán a la violencia” (10 de febrero de 1936, en el Cinema Europa). No son solo palabras. Madrid tiene un valor simbólico especial, y Ayuso les excita. Cuando creó el Zendal ya hubo sabotajes para provocar el caos, para dar imagen de que el nuevo hospital era un desastre. Hoy, la sanidad en Madrid está mal, pero según cifras del Sindicato Médico de Navarra, mejor que en Navarra gobernada por la izquierda. No les importa la verdad. Han organizado en Madrid una gran huelga y una gran manifestación. El hecho de que la encabezaran actores y cineastas millonarios que fingen estar preocupados por la sanidad pública, cuando ellos van a la privada, prueba que se trata de una huelga política, hermana menor y heredera de la huelga revolucionaria que les fascinaba en el pasado. Tienen larga tradición y hábitos arraigados y mantenidos de agitación de la calle. 

En Navarra, la sanidad ha empeorado con Chivite, y los índices económicos también, pero la calle no está revuelta porque gobierna la izquierda. Si gobernase UPN, los balcones estarían, como en la crisis de 2008, llenos de carteles con aquel icono de ”prohibido tijeras” contra los recortes en Sanidad y Educación, los dos mantras de la izquierda. Habría manifestaciones todos los sábados a la tarde, “¡UPN kanpora!”.

Competir con una izquierda así, poco democrática y sin escrúpulos, es como jugar al fútbol contra un equipo que da patadas en la espinilla, mete goles con la mano y que encima tiene el VAR comprado: las televisiones al servicio de Sánchez son un VAR comprado que muestra lo que Sánchez quiere que creamos que pasa en el juego político. 

Si los que juegan sucio en el fútbol son en realidad enemigos del verdadero deporte e incompatibles con él, los que juegan sucio en política son enemigos del juego democrático e incompatibles con la verdadera democracia, que exige unos mínimos de veracidad y de decencia. En nuestro caso, el líder, la estrella del equipo tramposo es, naturalmente, el más tramposo, el que más miente, el que no tiene principios ni escrúpulos, aquél para el que todo vale con tal de ganar, de seguir en el poder.

La deriva del PSOE ha llegado tan lejos que ha quemado las naves y ya no es posible una alternativa espontánea que eche a Sánchez y lleve al PSOE a una posición socialdemócrata y nacional. Esa posibilidad acabó cuando Sánchez venció a quienes le habían obligado a dimitir como Secretario General en 2016, cuando volvió a ser Secretario General y entró a saco en el partido. Desde entonces él es el centro, el ser supremo, el dios. Si para seguir en el poder ha de resucitarse el guerracivilismo, se resucita. Si hay que mentir, se miente. Si hay que difamar se difama. Si hay que ayudar a los que rompen España, se hace. No hay problema, no hay líneas rojas. Y en el equipo filial del PSOE, el PSN, parecido.

En Francia, el partido socialista consiguió en las últimas elecciones un 1,75% de los votos. La posibilidad de que el PSOE y el PSN cambien para bien de España y de Navarra pasa por darles una medicina de ese tipo.