Opinión

Individualismos

En una información reciente se leía que, al final de un acto en el que habían participado la princesa Leonor y su abuela Sofía, alguien preguntó a la princesa qué quería ser de mayor; y que inmediatamente intervino la Reina emérita para rechazar la pregunta y decir que la cuestión no es qué quiere ser la princesa de mayor, sino qué debe ser; que para ella lo primero es el deber, y su querer ha de subordinarse al deber. El periodista criticaba a la Reina por esa intervención. Era incapaz de comprender que la Reina tenía razón. Sobre la joven Leonor pesa el destino de ser Reina, y su abuela sabe que eso es una obligación y que conlleva otras obligaciones, entre ellas la ejemplaridad. Estar sujeto a un destino y no poder escapar de él fue asunto recurrente en las tragedias griegas. Haber nacido para Reina puede parecer una suerte, pero tiene su otra cara, su lado trágico: no poder escapar al destino, no poder elegir la propia vida, no poder plantearse qué se quiere ser de mayor.

Vivimos, como ese periodista, en una sociedad equivocada en la que tendemos a priorizar nuestros derechos y a olvidar nuestros deberes. No se educa a los jóvenes en el sentido del deber, en un patriotismo bueno. Lo hacen los nacionalistas, pero en un patriotismo insensato. Así nos va. Es el predominio del individualismo o liberalismo extremos. 

Hay otros casos que tienen que ver con esto. La Sanidad va mal, faltan médicos. Por otra parte hay médicos españoles que han hecho aquí la carrera y se han ido a un país extranjero porque les pagan más. Han antepuesto su interés individual al interés general, al todo, a sus posibles deberes. No han pensado que la sociedad ha gastado dinero en su formación, en que recibieron gratuitamente la enseñanza obligatoria, en que la enseñanza universitaria la han recibido también gratuitamente si han tenido beca, o a precio muy inferior al coste real si han estudiado en una universidad pública. Podían e incluso debían haberse planteado si estaban en deuda con la sociedad, si tenían el deber de pagar esa deuda ayudando con su trabajo a que la Sanidad funcione mejor. En los médicos, el caso resulta ahora más claro, pero lo mismo ocurre con otras profesiones cualificadas. Es el liberalismo extremo o deformado en el que el individuo cree tener derecho a buscar sólo su interés particular sin pensar en el interés general. 

Los críticos hacia ese ultraliberalismo lo critican también por fomentar la existencia de individuos sin raíces, solos, átomos aislados dispuestos a emigrar donde sea si eso conlleva beneficios económicos. Tienen bastante razón. Todos los dispuestos a estar hoy aquí y mañana en otro país tienen quizás algo de eso, de desarraigo, de individualismo apátrido en el que prima lo individual sobre lo comunitario, de “nowhere men”. Algo que, desde el punto de vista humano conlleva pérdidas importantes aunque desde el punto de vista económico genere ganancias. Una sociedad compuesta de individuos de ese tipo sería bastante inhumana.

En el caso de los médicos, en Navarra somos aún más pardillos. Gastamos más dinero público en una nueva Facultad de Medicina diferente a la ya existente del Opus que el que gastaríamos ayudando económicamente a los navarros que estudiasen en el Opus. Y ese dinero es aprovechado por alumnos no navarros que, cuando acaben, seguramente se irán de Navarra. Inversión innecesaria y sin rentabilidad. Son las consecuencias de las irracionales fobias ideológicas de la izquierda.