Opinión

Grouchistas

Si son marxistas los seguidores de Marx, serán grouchistas los que siguen la filosofía de Groucho Marx que se resume en su supuesta frase “estos son mis principios, pero si no le gustan tengo otros”. En el caso de Groucho tendría gracia, pero es una desgracia si los políticos actúan siguiendo esa frase. Ocurre con nuestros gobernantes.

El sanchismo es grouchismo llevado al extremo. No es solo que Sánchez cambie de principios; es también que su verdadero principio y fin es su EGO, y que no tiene escrúpulos. Un liderazgo de esa calaña es venenoso para la vida de la nación, de la sociedad y de la política. Sus efectos son parecidos a los del cáncer en un ser vivo. En lugar de ser un poder saludable que neutraliza las fuerzas destructivas independentistas y antisistema, las potencia y se alía con ellas. En lugar de promover la armonía entre las partes del cuerpo social y de la nación, fomenta el enfrentamiento, el guerracivilismo. Con su poder nocivo va deteriorando y dañando el funcionamiento de los órganos del sistema: la monarquía, el Parlamento, el poder judicial, el Estado de derecho, la división de poderes etc. Sus métodos preferidos (la mentira, el juego sucio, la manipulación …) y su nulo respeto por los principios democráticos, arruinan la salud de nuestra democracia. 

Algún ejemplo: su ministro del Interior ha cesado ilegalmente a un coronel de la Guardia Civil por haber actuado legalmente, y sigue siendo ministro. Apoya a quien incumple la ley y castiga a quien la respeta. Es la negación del Estado de derecho, el imperio de la arbitrariedad. Además, el Gobierno de Biden ha reconocido que el de Sánchez ataca la libertad de expresión. También 2.500 jueces han pedido al Consejo de Europa que les defienda de los abusos antidemocráticos del sanchismo. Y ese Consejo ha rechazado su ley sobre el Consejo General del Poder Judicial por ser democráticamente impresentable y ha denunciado su manipulación de la justicia con una Fiscal General a su servicio. Con la Ley de Memoria, nos impone una versión mentirosa de nuestra historia, como hacen los dictadores. Nos miente con las cifras de muertos etc. Desde su tesis doctoral hasta hoy, su currículo es una sarta de mentiras hechas con todo descaro. El deterioro de la vida democrática y de la convivencia que está causando es enorme. 

En cuanto a los líderes de Podemos, saltaron a la política presumiendo de principios regeneradores, de estar con la gente, de no ser casta. Luego vinieron la beca de Errejón que cobraba y no trabajaba, los chanchullos de Monedero con sus facturas “mal hechas” y los de Echenique sin pagar la Seguridad Social de su empleado, las subvenciones de Irán y Venezuela, la diputada niñera y la escolta chófer de los marqueses, el sórdido caso del móvil abrasado de Dina, las falsas acusaciones de acoso a un abogado crítico, las denuncias económicas que habrán de sustentarse o el llamado “Casoplón” de los nuevos ricachones. Los supuestos principios resultaron ser humo. 

Su falta de principios democráticos queda patente además en su fingido antifascismo. Llaman “fascista” a un partido que dice defender la monarquía parlamentaria, la unidad de la nación, el imperio de la ley y la fundamental independencia de los jueces; cosas éstas que están siendo atacadas entre otros por Podemos. No es un partido fascista el que defiende todo eso y no solo no utiliza la violencia, sino que es víctima de ella. Su presidente y militantes destacados como Alcaraz y Ortega Lara han sido víctimas de la despiadada violencia etarra. Y ahora son víctimas de la violencia ¿fascista? de los que falsamente se llaman antifascistas y les acusan de fascistas, les apedrean y si pudieran los matarían (“a por ellos como en Paracuellos” gritaban). Nunca han respondido a esas violencias con violencia. Los líderes de Podemos, que con sus falsas acusaciones animan a los “antifascistas”, les “comprenden” y disculpan, saben todo lo anterior, saben que no hay tal fascismo. Y sin embargo mienten, difaman, siembran el odio y de ese modo estimulan a los que apedrean e intentan matar. Para hacer eso hace falta cero principios democráticos y abundante maldad. Con partidos y grupos así la democracia peligra.

También el sanchismo foral es grouchista: la Presidenta y su PSN han cambiado alegremente sus principios de la legislatura anterior por el plato de lentejas del Gobierno de Navarra. Con su pan se lo coman. Pero en nuestra mano está que las lentejas se les indigesten en las próximas elecciones.