Opinión

Feminismo insensato

Lleva tiempo gobernando, modelando la sociedad. Además de la insensatez, otros rasgos suyos son la ineficacia, el extremismo, la soberbia, el exhibicionismo, la falta de sentido del ridículo y de autocrítica. Una muestra: reivindicar (una ministra) como modelo de mujer la que vuelve borracha y sola de madrugada a casa. Otra: muchos lemas de las manifestaciones del 8M. Otra más reciente: llevar a Eurovisión para representarnos la canción “Zorra” en la que muestran su orgullo por ser zorras, es decir infieles, desleales, promiscuas, egocéntricas. La soberbia suele llevar a defender ideas y propuestas epatantes, ajenas al sentido común (insensatas). En esas tres y en las siguientes subyacen el rechazo-odio al varón heterosexual, a la familia natural, a la maternidad y a la biología. Pero las tres son casi minucias en comparación con lo que sigue.

El fracaso de su ley del “Solo sí es sí” (propició efectos contrarios a los que pretendía, rebajando penas a violadores y pederastas) y su empecinamiento en sostenerla y en echar la culpa a otros (“jueces machistas”) prueban su ineficacia, su incapacidad para la autocrítica, su soberbia insensata, su sectarismo, su extremismo. Los incompetentes suelen tratar de compensar-disimular su ineficacia con alardes de fanatismo. 

La “Ley Trans” confirmó que esas características negativas (ineficacia, insensatez ...) son rasgos constitutivos del feminismo que nos ha gobiernado con el PSOE desde Zapatero. Aprobaron esta ley a sabiendas de los daños que ya había causado una ley similar en otros países; de que genera un dañino efecto contagio y multiplica los “casos”, de que abre la puerta a abusos deportivos, penales y de otros tipos; de que provoca la ruina de muchas vidas al permitir tomar decisiones irreversibles a menores sin madurez ni responsabilidad ... Y de nuevo, nula capacidad de autocrítica. Causará también daños innecesarios y al final, como en otros países, habrá que cambiarla,

Si no daños físicos, sí produjo y sigue produciendo daños morales graves a unas cien mil mujeres (y hombres) al año en España, y a toda la sociedad, su inmoral ley del derecho al aborto. Un feminismo que considera un derecho matar fetos humanos es no sólo insensato sino inhumano. Hace falta además ser muy zoquete para no ver que si a una sociedad se le hace creer que tiene derecho a ejercer la máxima violencia sobre los humanos más débiles (los fetos), se le anima a que haya violencia en otros ámbitos por parte de los fuertes sobre los débiles. Y hace falta ser progre para engañar ocultando o negando esta verdad.

En cuanto a la violencia en el ámbito de las relaciones afectivosexuales y familiares, este feminsmo sólo se interesa por la violencia contra la mujer y sólo si es causada por un varón heterosexual. Para remediarla hizo la “Ley de violencia de género”, que a juicio de expertos es un bodrio jurídico que vulnera la presunción de inocencia, mete al denunciado sin más en la cárcel, instaura una desigualdad injusta entre hombre y mujer (según la ley, si un hombre mata a una mujer, lo hace porque es mujer, pero no a la inversa); facilita y estimula las denuncias falsas por resentimiento o para conseguir ventajas económicas y sociales; priva en esos casos injustamente a los hijos de la figura del padre; produce gran sufrimiento a inocentes y suicidios. Y por si esto fuera poco, también es un fracaso, pues la violencia contra la mujer no ha disminuido con ella, y España ha descendido en cinco años 22 puestos en la clasificación de mejores países para ser mujer. Y tampoco aquí la menor autocrítica.

Es además un feminismo mandón, fruto de su injustificada soberbia. Ordena a concejales y parlamentarios manifestarse en la calle si hay violencia contra la mujer causada por el hombre, pero sólo en ese caso (y los partidos obedecen). Se irrita mucho con los de VOX porque suelen posar en la calle con un cartel en el que dicen estar contra toda violencia (no sólo contra la “machista” como parecen estar los que sólo se manifiestan contra ella), y que no hay “violencia de género” (un clima social que empuje a los hombres a ejercer violencia antifemenina). 

Es también totalitario, fanático, impositivo. Se arroga el derecho a apropiarse de los hijos ajenos desde los poderes públicos y a adoctrinarlos (Skolae y demás), negando a los padres sus derechos constitucionales. Hipersexualiza a los críos desde edades tempranas, siembra dudas en ellos sobre su sexualidad, ensalza la homosexualidad, los maleduca en el egocentrismo (principio del placer), en el derecho al sexo precoz, a matar fetos, a cambiar de sexo, a consumir pornografía; adelanta sus prácticas sexuales irresponsables, descalifica el amor, la maternidad y la familia natural. No es casual que los efectos de este cóctel venenoso sean parecidos a los de sus otras leyes; que las víctimas de esta antieducación contraigan enfermedades de transmisión sexual, que consideren al otro o a la otra como mero medio (no como persona, como un fin), o que las agresiones sexuales y la violencia contra las mujeres crezcan. Y como siempre, cero autocrítica y mucha palabrería buenista (salud sexual, diversidad, inclusividad, igualdad etc.). 

Está construyendo una sociedad a su imagen y semejanza, insensata, degradada, antinatural, atea. Sin apenas oposición. Y para avanzar en esta tarea, Sánchez ha creado un ministerio de Juventud e Infancia y se lo ha regalado a Sira Rego, comunista con un currículo rico en méritos: en el parlamento europeo, se negó en septiembre a condenar el secuestro de 2000 niños ucranianos por Rusia. También la matanza de niños israelíes por Hamas; y antes se había negado a condenar las violaciones de derechos humanos en Nicaragua por su camarada Ortega. Suyas son también perlas memorables como la siguiente de 2019 (antes de ser europarlamentaria): “decir que Lenin es un genocida, además de evidentemente expresar que usted es una persona de extrema derecha, lo que expresa es que usted ha leído muy poco de historia universal, en general”. Pues si usted tiene hijos, van a estar en manos de ésta, y si usted se rebela, la no-santa Inquisición insensata le acusará de ser de extrema derecha. ¿Seguirá pensando el PP que no hace falta la “batalla cultural”?