Opinión

El beso

En la exposición de obras del artista urbano LKN que el Ayuntamiento de Pamplona ha organizado durante este abril en el Civivox Condestable, vuelve a hacerse presente el diseño en color que muestra a Chivite y a la bildutarra Bakartxo Ruiz dándose un apasionado beso lésbico. Digo “vuelve” porque antes -se recordará- su autor LKN colocó un ejemplar de ese diseño en las proximidades del Parlamento y una pareja de diligentes polícías forales hizo que fuera arte efímero rompiéndolo. 

El visitante de la exposición reconoce que LKN es bueno como artista. Al concebir sus obras tiene inteligencia, originalidad y sentido del humor, y al hacerlas tiene fuerza y calidad. Sorprende que en esta época materialista y narcisista en la que priman el afán de dinero y de éxito y brillo del EGO, este artista no haga sus diseños para enriquecerse sino desinteresadamente, y que además nos oculte su YO, su identidad. Casi como en la Edad Media, muchos de cuyos artistas son para nosotros anónimos. Por todo eso LKN resulta admirable. Uno se acuerda, por el contraste que hay  entre uno y otro caso, de aquella exposición que organizó  Asirón de  Abel Azcona, en la que el “artista” exponía una frase de denuncia de la pederastia hecha con hostias consagradas que el desgraciado había ido robando una a una en sacrílegas comuniones. Al contrario que LKN, Azcona no era un artista sino un narcisista pisoteando lo sagrado como los pederastas a los que denunciaba, y en el que su “arte” estaba exclusivamente al servicio de su EGO hinchado. 

Probablemente los progres que ocupan el gobierno foral rabien ante esa exposición por  tres motivos. Uno, porque eso de un arte urbano, sin afán de lucro etc. suena como a guay, a “modelno”, a muy progre. Les habría encantado apropiarse de un artista así, hacer de él “uno de los nuestros”, pero LKN va por libre. También les debe de cabrear que un Ayuntamiento (¡¡¡NO PROGRESISTAAA!!!) liderado por UPN  se apunte el tanto de abrirle las puertas para que exponga a un artista que en alguna manera está en la vanguardia. Y quizás lo que más les escueza sea la presencia en la exposición del diseño que rompieron los forales, porque contribuye a que no olvidemos el beso entre Chivite y Bakartxo, entre el PSN y Bildu. Efectivamente, ese beso es uno de los escándalos políticos de esta legislatura, y es fácil que quien se acuerde de esa imagen se diga a sí mismo “no la vuelvo a votar”. Aquellos dos forales actuando fueron la prueba del empeño del PSN en que no tengamos presente ese beso, en que nos olvidemos de él.   

El beso Chivite-Bakartxo es el beso de la traición del PSN a su propia historia y a las víctimas de ETA . Es un beso indecente. Recuerda al beso de Judas en cuanto que aquél fue también una traición. Judas lo dio por treinta monedas. Chivite y el PSN, por sentarse en las poltronas. Se dice que Judas se arrepintió  y se ahorcó. No parece que Chivite y su  PSN sean capaces de arrepentirse de su traición ni de nada, pero cabe la posibilidad de que con el beso con Bildu se hayan ahorcado politicamente, al menos para quienes no soportamos besos traidores. 

Como la cosa va de arte, uno se acuerda también de “El Grito”, el cuadro de Munch en el que una cara grita ante algo horrible que está viendo. Una cara parecida a ésa se les debió de poner a las víctimas de ETA y se nos pone a muchos de nosotros ante el beso de Chivite con Bildu que con tanto acierto plasmó LKN.