Opinión

Delitos de odio

Los agricultores están que trinan. Creen con razón que los gobernantes legislan contra ellos. Cierto que la cosa no empieza en el Paseo Valencia sino en Bruselas, pero tampoco aquí les dan soluciones. Hace unos días, un grupo intentó entrar en el Parlamento sin pedir cita, los progresistas no les dejaron y hubo forcejeos con la policía. Los políticos amigos de los okupas no aplaudieron. El presidente del Parlamento (Geroa) tuvo alucinaciones y creyó ver que “parecía el asalto al Capitolio”. Y la superdotada que preside el Gobierno Foral dijo: ”es preocupante la velocidad a la que avanza el discurso del odio”. Raro que no hablasen de extrema derecha y de fascismo. Más sensatos y con mucha más razón, los representantes de los agricultores: fue fruto de los nervios y de que están hartos de que los gobernantes les vuelvan la espalda. 

Discursos de odio, delitos de odio. Hace falta cara, porque el odio es el elemento común y aglutinador del conglomerado que nos gobierna en Madrid y aquí: 

  1. En los partidos separatistas, el odio a España y a todo lo español, la extensión de ese odio a través de la educación y de sus medios, y la aniquilación de lo español son fundamentales.
  2. “Podemos” nació de los “indignados” del 15M. Rezumaba y rezuma fobia a lo español, a nuestra historia, cultura y símbolos (un ejemplo de entonces: el himno nacional, “cutre pachanga fachosa” para Pablo Iglesias. Otro de ahora: el penoso ministro de Cultura Urtasun).
  3. El PSOE alcanzó el Gobierno con Zapatero tras (como consecuencia de) un terrible delito de odio (los trenes de Atocha del 11M) llevado a cabo tres días antes de las elecciones. ¿Para influir en ellas? ¿Para castigar al partido que gobernaba, el PP, y evitar que siguiera gobernando y conseguir que pasase a gobernar el otro, el PSOE? Así fue. El PSOE ganó utilizando el delito de odio, cercando en la jornada de reflexión las sedes del PP, llamándolo “asesino” y exigiendo un Gobierno que no nos mintiera. Ya en el Gobierno, sembró el odio con el guerracivilismo. Hoy, aplicando su código ético progresista, ha puesto al frente del Gobierno al mayor mentiroso, que ha superado a Zapatero en la tarea odiosa de promover el odio.
  4. Sánchez aborrece-odia como un psicópata todo lo que pueda limitar su poder o ponerlo en peligro: la Constitución, la ley, la monarquía, la separación de poderes, el Estado de derecho, los partidos de la oposición. Para no perderlo, azuza el odio contra la derecha y ha levantado un muro de odio para encerrar sometidos en un gueto a los “fascistas”.
  5. Otro negociado gubernamental de odio, el ultrafeminismo. Odia al varón hétero, al heteropatriarcado, al “amor romántico”, a la familia natural, a todo lo que tenga que ver con defensa de la vida y de la ley natural. Destruye la vida (aborto, eutanasia) y odia la biología porque demuestra la falsedad de su ideología de género.

Como el cáncer, el odio sólo destruye, y el conglomerado del odio que nos gobierna intenta destruir todo esto que odia. 

Piensa el ladrón (o el que odia) que todos son de su condición (que todos odian). Además, para buena parte de la izquierda la mentira siempre ha sido un arma revolucionaria. El resultado de lo uno y lo otro es que los odiadores acusan de delitos de odio a todo el que no se les somete. Chivite, a los agricultores; Alzórriz a UPN, Sánchez y todos a la ultraderecha, al “fascismo”. 

Otra acusada reciente, en este caso por el ultrafeminismo, ha sido Isabel García, directora del Instituto de la Mujer. Si a una feminista reconocida como ésta le acusan de los delitos de odio y transfobia, ¿de qué no nos acusarán si decimos que los desfiles del orgullo gay y del 8 de marzo son un esperpento, que la ley de violencia de género es injusta y dañina, que si hay dinero público para chiringuitos feministas y elegetebeistas, debe haberlo para chiringuitos masculinistas, y si no lo hay para éstos, tampoco ha de haberlo para aquellos; que la ley Trans es un disparate; que el género es un concepto falso; que la familia natural y la maternidad han de ser mimadas; que el aborto no es un derecho sino una atrocidad a combatir; que las leyes de memoria son antidemocráticas y fruto del odio? Lo nuestro será peor que lo del protagonista de “El Proceso” de Kafka. 

Por el contrario, si los del odio queman banderas españolas, ahorcan muñecos que representan al Rey, apedrean a los de VOX, incendian las calles, rompen España declarando la independencia … ahí no hay delitos de odio según los odiadores. Y los delitos de Koldo, de Tito Berni (aún presuntos), de los ERES, de Puigdemont, de Junqueras, de Errejón y su beca o de los etarras, son delitos de amor.

Conclusión: delito de odio: invento mentiroso de la izquierda y de los separatistas para impidir la libertad de expresión, la verdad, la alternancia en el poder, la democracia.