Opinión

Delitocracia

A la clasificación aristotélica de las formas de gobierno, hay que añadirle desde el 9 de noviembre pasado una nueva forma, la del título, que es la que quiere implantar Pedro Sánchez. La banda de delincuentes formada por el golpista prófugo Puigdemont (acusado además de terrorismo), Junqueras, Otegui, el abogado Boye condenado a 14 años de cárcel por el secuestro de Emiliano Revilla, defensor de Puigdemont y de etarras y acusado de blanqueo de dinero del narcotráfico (se piden para él 9 años y 9 meses de cárcel y multa de 2,7 millones) y otros, va a imponernos un gobierno delitocrático y golpista a su servicio. Sánchez es el hombre adecuado. Va a situarse fuera de la ley (a delinquir) con una ley de amnistía redactada por los delincuentes. Va a acabar con el Estado de derecho y con la igualdad ante la ley. A formar un gobierno golpista legitimador del golpe de Estado catalán y a su servicio. A hacer de los policías demócratas que persiguieron el delito obedeciendo al juez, fuerzas opresoras. Con su acuerdo sobre el “lawfare”, los diputados de la banda de Sánchez podrán acusar de prevaricación a los jueces etc. Con razón se ha dicho que quien es capaz de sacar de la cárcel a delincuentes y de borrar sus delitos, es capaz de la fechoría inversa, de inventarse delitos y meter en la cárcel a los jueces y ciudadanos inocentes que no se sometan a su proyecto delincuencial y antidemocrático. Puertas abiertas a un neoestalinismo intolerable. 

Desde Zapatero, el PSOE ha abandonado el consenso constitucional y la reconciliación entre españoles, y se ha dedicado a instaurar una nueva versión del enfrentamiento de los años treinta del siglo pasado. Por ese mal camino, ha llegado a convertirse en una versión nueva del PSOE golpista de Largo Caballero. Como aquél, ha restablecido el Frente Popular. Y si aquél dio un golpe de Estado fallido en el 34 y otro exitoso en el 36 (robando las elecciones) para que no gobernase la derecha, éste se ha hecho con Sánchez golpista aliándose con los golpistas, también para que no gobierne la derecha. Es un PSOE incluso peor que el del pasado en cuanto que aquél defendía la unidad del nación y éste se ha puesto al servicio de quienes quieren acabar con ella. 

En la negociación con Puigdemont, ha dado la razón al golpismo y ha humillado a España ante él. Desconoce la dignidad y la decencia, y ha convertido a España en un país indecente y sin dignidad. Ha elegido bien al negociador encargado de desempeñar ese papel infame, Cerdán, un ser primario, servil, sin dignidad y tan amoral como su amo.

Las cosas han llegado a un punto de no retorno, a una disyuntiva entre dos términos incompatibles: o golpismo o Estado de derecho. O delitocracia o democracia. O naciones vasca y catalana o nación española. O derecho a la independencia o indisoluble unidad constitucional de España O sumisión de los jueces al dictador delitócrata Sánchez o independencia judicial. O desigualdades escandalosas o igualdad. Si triunfa el proyecto de Sánchez, tendremos lo primero. Fracasaría si el tribunal Constitucional fuera independiente y actuase por tanto en concordancia con todas las asociaciones de jueces, fiscales e inspectores de Hacienda, pero todo el mundo da por hecho que Sánchez controla al Constitucional y que Conde Pumpido se manchará otra vez la toga y hará una sentencia sucia que dará luz verde a la infamia. Si la da, entraremos en otra etapa muy negra. De esa ciénaga sucia no saldremos con facilidad. Hará falta valor, esfuerzo, sufrimiento. Si lo conseguimos, el PSOE deberá quedar enterrado para siempre en el cieno. Ha hecho méritos sobrados para ello. Muchos más que en Francia y en otros países, donde ya se le ha dado laica sepultura.