Opinión

Crónicas de un pueblo

De uno de tantos del Norte de Navarra. Unos 200 habitantes y bajando, Decadencia demográfica y de otros tipos. Hay todavía un comercio, pero no parece haber relevo para la jubilación de quien lo regenta. Las ganas de trabajar y la iniciativa, podrían impedir la decadencia económica y humana, pero no parecen sobrar. 

Se habló vasco y se perdió. Con la zonificación pasó a ser zona mixta, Como el vasco está politizado, los frutos empiezan a verse y el pueblo se va abertzalizando. En la calle se oye aún hablar español, pero al despedirse hay que decir “agur” se sepa o no vasco, como tributo al abertzalismo. No hacerlo es no ser políticamente correcto. 

Antes de las cuatro últimas legislaturas se presentaban a las elecciones municipales dos candidaturas y ganaba la de tipo UPN. Por incomparecencia, los antes ganadores regalaron el Ayuntamiento. Hoy la alcaldía está en manos de Bildu. En las últimas autonómicas, el ganador ha sido Bildu. Así que también decadencia y miseria política.

En el reciente trámite para la elección de alcalde, los cinco de la lista única tuvieron que tomar previamente posesión del cargo. Lo hicieron imitando a los líderes batasunos. Tres en vasco (“Legeak behartzen nauelako, hitza ematen dut”) y dos en español prometieron, por imperativo legal, ”cumplir fielmente las obligaciones del cargo con lealtad al Rey y guardar y hacer guardar la Constitución”. Sus promesas de fidelidad, de lealtad y de cumplimiento no fueron pues sinceras sino un paripé. ¿Qué se puede esperar de ellas? Llevan implícita la proclamación de que no son españoles. Otra muestra de decadencia. Por otra parte, esas afirmaciones rimbombantes en boca de concejales de un pueblo insignificante tienen algo de grotesco: ¿creerán que el Rey no pudo dormir del disgusto que le dieron al no prometerle fidelidad espontáneamente? 

Más decadencias. Como en las dictaduras caribeñas, los que mandan utilizan el edificio del Ayuntamiento como si fuera propiedad privada para “educar” al pueblo, Así, en el balcón municipal está sin ningún derecho la bandera LGTBI como si fuera el balcón de sus casas. Además otra tela contra la violencia contra las mujeres (¿mensaje implícito: sólo rechazan esa violencia?). También otra animando a reciclar las basuras. Conforme las telas se van ajando, la cosa va tomando un aspecto cutre y decadente.

Los totalitarios lo controlan TODO, y así en una ordenanza municipal se ordena que “siempre que cualquier vecina o vecino quiera realizar alguna obra en su domicilio, sea realizada por él mismo o por cuenta ajena, se tiene que dirigir al Ayuntamiento para solicitar permiso”. Si uno quiere pintar una ventana, ha de pedirles permiso. Como si todo el pueblo fuera suyo. 

Todo bildutarra -más si es cargo político- no suele tener otra religión que el abertzalismo, verdad absoluta y sentido de su vida. Aborrece a la competencia, al cristianismo, y trabaja para forjar un pueblo pagano que rinda culto a Euskalerría. Por ejemplo con una educación “laica y euskaldún”, o sea sin religión, atea, y abertzalizadora. Ahí vamos. Así, la cruz es sustituida en muchos casos por el “eguzkilore” el cardo circular que “protege a las casas de los malos espíritus y de los rayos”. Paradójicamente, la mitad del trabajo se lo ha hecho su en teoría enemigo, el capitalismo, implantando el hedonismo materialista y el culto al cuerpo, con lo que el pueblo antes cristiano va apostatando. Decadencia espiritual también por tanto, que quizás es la raíz de todas las demás.