Opinión

¿Contra el odio?

Nuestro presidente se reúne con urgencia con la Comisión contra los delitos de odio aparentando estar muy interesado en erradicarlos. En realidad, las campañas de Sánchez y los suyos contra los delitos de odio se explican en buena parte por aquello que un micrófono indiscreto grabó a Zapatero diciéndoselo a Iñaki Gabilondo: “nos conviene que haya crispación”. Pero crear crispación es crear disensiones, enfrentamientos y en última instancia odios, y a eso se dedican Sánchez y los suyos. Su lucha contra los delitos de odio es en gran medida una farsa, una mentira más del mentiroso.

Para crear crispación y conseguir votos, la izquierda tocó a rebato en la campaña electoral de Madrid gritando “que viene el fascismo”. El fascismo, o sea la derecha y en especial Vox. ¿Y cómo no odiar al fascismo? El PSOE y los suyos fomentaron y fomentan el odio a Vox con el pretexto falso del fascismo. La violencia y el odio van juntos, y el resultado de aquella campaña de creación de odio fue el que tenía que ser, la agresión a los de Abascal en un acto electoral en la calle. Sánchez y Podemos ejercieron violencia ideológica que generó odio y provocó el uso de la violencia física. Aquí sólo utiliza la violencia física, o sea sólo odian, la extrema izquierda y el nacionalismo, pero Sánchez y los suyos no les acusan de delitos de odio sin que se alían con ellos.

En España nadie ha ejercido más violencia, ni ha odiado y sigue odiando más que ETA y sus socios y apoyos. El mundo proetarra ha sido una fábrica de odio. Pero a Sánchez y a Podemos ese odio no les parece mal, sino lo contrario, y le dan el visto bueno y lo favorecen al aliarse con él. Y del independentismo vasco o catalán hay que decir lo mismo, que es otra fuente de odio. Por eso genera violencia. Cuando queman banderas de España o retratos del Rey nos dicen lo mucho que nos odian, porque España somos todos nosotros. Pero a Sánchez y a Podemos ese odio tampoco les parece mal sino bien: se alían con los que nos odian. Respaldan su odio.

Para crear crispación y conseguir votos, Sánchez, Podemos y los demás están empeñados también en traer al primer plano la guerra civil de hace ochenta años y en dividir a la sociedad española en buenos y malos, en demócratas y fascistas. Según su propaganda, los demócratas fueron y siguen siendo ellos y los suyos. Por eso levantan monumentos y se enorgullecen de Largo Caballero, el Lenin español, ese dictador sanguinario. Y los antidemócratas y fascistas fueron y son las derechas. y por eso echan abajo monumentos, calles y lo que sea que tenga relación con los que les ganaron la guerra. Su odio guerracivilista sigue vivo y sigue a su vez generando odio en la sociedad y falsificando la historia. No odian al odio sino que lo fomentan.

Por otro lado, la falsa agresión homófoba de Malasaña o el falso crimen homófobo de La Coruña son ejemplos de esa generación de odio a la que se dedican Sánchez y los suyos: incluso siendo falsos los utilizan para acusar de generar odio a la derecha, a todo el que no se someta al pensamiento que en materia sexual dicta la izquierda. Convierten a los discrepantes en tipos que generan odio y que por ello merecen ser odiados. Los delitos de odio son en su caso un mecanismo para generar odio al discrepante y para impedir nuestra libertad de pensamiento y de expresión.

No hay que olvidar tampoco que el gran mentiroso odia la verdad porque le deja al descubierto. Ese odio es uno de los peores delitos de odio, de los que más dañan nuestra convivencia y la democracia.