Opinión

La cocinera y la limpiadora de escaleras

Cien años de la muerte de Lenin. En sus tiempos, se veían en la U.R.S.S. carteles en los que, bajo la imagen de una mujer, se leía: “Cada cocinera debería aprender a gobernar el Estado”. Tenía su razón de ser. Lenin había predicho que, cuando se alcanzase realmente el comunismo (cada cual trabajaría según su capacidad y recibiría según sus necesidades, antepondría el interés general a su interés particular, habría gran desarrollo económico y educativo …), sería tan fácil el funcionamiento de la sociedad que una cocinera podría trabajar en su oficio durante la mañana y gobernar por la tarde. La cocinera fue un símbolo que tuvo fuerza.

Recordamos la profecía leninista porque nuestra izquierda parece pensar que ya hemos alcanzado el paraíso comunista, y hace que nos gobiernen una cajera de supermercado, un Cerdán y otras gentes del nivel de la cocinera de Lenin, pero ignorantes además de sus propias carencias. Como estamos lejos de ese paraíso, el resultado es malos gobiernos y decadencias múltiples: económica, política, cultural, educativa y moral.

En Navarra parecido. En el currículo de Chivite se lee “Comenzó su etapa laboral como técnica de empleo en los servicios de base de Cadreita. Seguidamente, desempeñó labores de consultoría en la ETT Manpower”. A partir de ahí, o ya desde lo segundo, toda su carrera se ha desarrollado fuera del mercado, de ese antídoto contra la incompetencia que es la competencia, en el PSOE y la UGT, en una burbuja ajena en su funcionamiento a la economía real, al esfuerzo del que busca empleo, del autónomo o del empresario por hacerse un hueco y mantenerse o crecer, ajena a la imprescindible eficacia, a la necesaria valía; segura de que a fin de mes iban a llegar, como maná llovido del cielo, la subvención y el buen sueldo. Una carrera así, más que formar, deforma, y resulta que la eficacia no aparece en su labor de gobierno (ni en sanidad, ni en empleo, ni en educación, ni en obras públicas ...), y que derrocha y malgasta alegremente (consejerías, cargos, chiringuitos innecesarios ...). Nada más natural que quien ha vivido del maná gobierne creyendo que “el dinero público no es de nadie”, que los impuestos pagados por los que sí tienen que esforzarse y ser eficaces se obtienen sin esfuerzo, como maná, y mágicamente se pueden conseguir más simplemente escribiendo en el BOE o en el BON. Parasitismo progresista. Una cocinera de Lenin sería fácilmente más capaz de imprimir eficacia y austeridad en el gobierno. 

Si preguntásemos a Bildu, Sumar, PSOE o Geroa si Lenin era un clasista y un machista que menospreciaba a las cocineras y a su trabajo por decir lo que dijo, tendrían razón en responder que no, que tomó ese oficio como símbolo porque lo consideraba un trabajo humilde (no sospechó lo que son hoy los cocineros); que fue la cocinera pero pudo ser cualquier otro, la limpiadora de escaleras o el barrendero. 

Esto nos lleva a otro asunto. Al PSN, al PSOE y a otros les importa el poder y no los principios, y no pueden entender que alguien prefiriera fregar escaleras siendo fiel a sus principios que ser alcaldesa traicionándolos pactando con filoterroristas. Y no sólo no lo entienden, sino que acusaron a la destituida Ibarrola de clasista y machista por haber expresado esa preferencia. Acusación tan falsa como lo habría sido de habérsela hecho a Lenin por lo de la cocinera. Escándalo hipócrita típico de la izquierda especialista en difamaciones y “agitprop” (el muro contra el PP y el falso fascismo de Vox, el cinturón “sanitario” hecho con los enemigos de España contra la derecha, los pellets de Galicia ...). 

Quienes parten de un trabajo humilde y llegan a triunfar compitiendo, por méritos propios, suelen presumir con razón de sus orígenes. El currículo de Chivite no dice que empezase desde abajo, limpiando escaleras, aunque extraoficialmente se ha dicho. Si fuera verdad y lo oculta, es que se avergüenza. ¿Será acaso ella la clasista? Esto nos devuelve a lo de la exalcaldesa. Quizás haya oído o sepa lo de empezar Chivite limpiando escaleras, y en ese caso sea para ella ejemplo de quien prefiere ser presidenta (o alcaldesa si se diera el caso) traicionando sus principios, que limpiar escaleras siendo fiel a aquéllos. Quizás fue esta idea la que le llevó a decir lo de la limpiadora. Por cierto, que en esa campaña de difamación organizada contra de Ibarrola, salió Asirón dándoselas de magnánimo y “disculpando” a la exalcaldesa por sus declaraciones. El que se abraza con los que han asesinado a sus adversarios políticos y a otros para gobernar e imponerse, se las da ahora de bondadoso que comprende y disculpa al adversario político. El lobo o la hiena disfrazándose de cordero. Autoblanqueo indecente.