Opinión

Chantajes

Cuando hay un chantaje, el chantajista cree encontrarse en una posición de fuerza, de superioridad frente al chantajeado, tenerlo cogido por cierto sitio y poder hacerle daño. Si no fuera así, no se movería. El chantajeado por su parte puede hacer dos cosas: una, aceptar su inferioridad o vulnerabilidad y someterse y pagar. Pero si paga, el chantajista repetirá su chantaje si puede. Otra, no aceptar el chantaje e intentar de alguna manera invertir las tornas haciendo que el chantajista pase a ser el débil y vulnerable. 

En el caso de los chantajes de Eta, de sus cartas exigiendo el impuesto revolucionario, muchos se sometieron, y al pagar fortalecieron a los chantajistas, posibilitaron más chantajes y ellos mismos quedaron expuestos a que les exigiera un nuevo pago. Alguno -Olarra- se negó a pagar e hizo público que, si atentaban contra su vida, sicarios atentarían contra la vida de etarras. Su contrachantaje parece que fue eficaz. Lo del Gal de tiempos de González podría entenderse también como un contrachantaje para acabar con el chantaje de Eta al Estado. Y lo de Aznar cuando el secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, como una negativa heroica y dolorosísima a someterse al chantaje.

Vayamos con los nacionalistas vascos y catalanes. Se consideran superiores al resto de los españoles (maketos, charnegos que hablan la lengua de las bestias ...) y creen que su superioridad les da derecho a chantajearnos, a exigirnos que aceptemos nuestra inferioridad y les paguemos un precio, otorgándoles privilegios, ventajas económicas etc. Es lo que han hecho desde el comienzo de la democracia, chantajear a los gobiernos de Madrid. Los votos que repetidamente han ido dando al aspirante de turno a la Presidencia del Gobierno nacional han sido como el sobre en el que el chantajista mete su mensaje y que, al recibirlo, el chantajeado sabe lo que tiene que pagar. Y como les salió bien una vez, lo han repetido siempre que han podido. Los chantajistas son insaciables. 

Conociendo el afán de Sánchez por ser presidente y su falta de escrúpulos y de principios, el PNV, Bildu, ERC y demás enemigos de España se encontraron ante la gran ocasión de dar un pelotazo, de cobrar un precio enorme por su chantaje, y le dieron sus votos para que fuera presidente. Un precio enorme, o sea un daño enorme a España. Y en eso estamos: acercamiento de etarras, cesión de las prisiones al PNV para que los suelte, dinero a espuertas, indultos contrarios al poder judicial, mesas, referéndums …

En los chantajes ordinarios, el chantajeado sufre, pierde el sueño etcétera. Sánchez no. Como no tiene escrúpulos y lo importante para él es que SU PERSONA sea presidente, el bien o mal de España no le quita el sueño. Su desfachatez y su capacidad de mentir son además tan enormes que es muy capaz de presentarnos el pago de los chantajes letales para España como un acto de patriotismo. Lo ha hecho con los indultos, hablándonos de reconciliación nacional. Como si estuviéramos al comienzo de la Transición. Como si no fuera él quien dinamita la Transición y reaviva odios de hace ochenta años. 

Haga el lector ahora una operación sencilla: coja los dos párrafos anteriores, y donde pone “Sánchez” ponga “Chivite”, y donde pone “España” ponga “Comunidad Foral autónoma” y lo que resulte reflejará nuestra situación con Chivite adaptando a lo foral el precio del chantaje. Cuando haya que votar, deberíamos plantearnos hamletianamente el dilema: votar o no votar a los que aceptan chantajes. That is the question.