Opinión

Cambio de identidad

Hace unos días publicaba en la prensa el catedrático de Sociología de la UPNA Luis Sarriés  un artículo en el que decía ver síntomas de que está empezando a producirse un cambio de identidad en Navarra, que consistiría en un declive del navarrismo y en un crecimiento del nacionalismo vasco. Una de las causas del cambio sería la implantación del euskera (de ahí el empeño abertzale en implantarlo en toda Navarra y hacerlo obligatorio). Si ese cambio es real y prospera, la Transitoria 4ª se activará un día y Navarra pasará a ser la cuarta provincia de Euskadi y tendremos lendakari en Vitoria. 

Sin embargo ese mismo día, en la otra cara de la misma página, el profesor e historiador Luis Landa escribía sobre la evolución del vascuence en Navarra y venía a decir lo contrario, porque es sabido que el idioma es para los abertzales un medio fundamental para crear la conciencia nacional vasca; y este profesor sostenía que el vascuence apenas avanza en Navarra, pese a las facilidades para estudiarlo y pese al dineral que recibe Euskarabidea (Instituto Navarro de Euskera): con Chivite, un 37,34% más que con Barkos, 11,41 millones de euros en 2023 (es parte del pago del alquiler del sillón presidencial para Chivite). Según eso, la conciencia nacional vasca apenas crecería.

No sabemos quién de los dos tiene razón, pero el navarrismo haría bien en situarse en la peor hipótesis por si acaso. El sociólogo decía que los partidos políticos abertzales son agentes eficaces en ese supuesto cambio. Lo son también otro tipo de entidades (editoriales, asociaciones …) y la gente de a pie. Son incansables: es la korrika, es el Nafarroa Oinez, son las peñas con las ikurriñas en las pancartas, es el día de la alpargata en Roncal, en el que, como no tienen sentido del ridículo, van con su ikurriña etc. Están dispuestos a controlarlo todo y a participar en todo lo que crean relacionado con la causa, llegando a extremos asombrosos. Un ejemplo: la Orquesta de Euskadi da en Pamplona en el curso un ciclo de conciertos. El Baluarte se llena en buena parte con un público que no va a otros conciertos de ese tipo de música. Va porque es la orquesta de Euskadi. Ir al concierto es una forma de afirmar su nacionalismo. Van como se va a un mitin. 

El sociólogo consideraba también relevante para ese comienzo de cambio la metamorfosis del PSN, su alianza con los abertzales. Tiene razón. El navarrismo no puede contar hoy con el PSN. Otra muestra: el premio “Príncipe de Viana”. Barkos dejó de invitar al acto a la que ahora es Princesa de Asturias, futura Reina de España, para cortar simbólicamente el vínculo Navarra-España. Fue una grosería y un absurdo típical abertzale, que en su chulería tampoco tiene educación. ¿Qué ha hecho Chivite estos cuatro años pasados? Lo mismo, someterse al nacionalismo. 

¿Y los partidos navarristas? El sociólogo no los mencionaba. ¿Porque son tan inactivos en esta batalla políticocultural que es como si no existieran? Si fuera así, deberían despertar. Y lo mismo las asociaciones culturales, los medios, o las gentes de a pie. 

Tampoco mencionaba a los socialistas sensatos opuestos a esa metamorfosis del PSN. Con razón, porque no existen, sólo hay uno, V.M. Arbeloa, que antes de las elecciones (era el momento más idóneo) criticó en DN la deriva del chivitismo. Los demás, silencio. En los asuntos de la res pública, vale esta variante del principio cartesiano: “me expreso en público, luego existo” (“no me expreso, no existo”). Penoso ese silencio.