Opinión

¿Apoyar al país?

Sánchez y Feijóo juegan al tenis dialéctico. Cuando el primero le envía una pelota pidiéndole que apoye su política económica “para apoyar al país”, le reclama altura de miras, sentido de Estado. Gran desfachatez que quien no tiene sentido de Estado ni altura de miras (a Sánchez sólo le importa Sánchez), exija a otros tenerlos, y que pida apoyo para una política de muy malos resultados y que provoca una deuda que nos lleva a la ruina. Quien apoye al país ha de rechazar su política demagógica y despilfarradora.

La última prueba de su nulo sentido de Estado está en su peripecia sahariana. En las democracias consolidadas, la política exterior es política de Estado, o sea consensuada entre los principales partidos, de modo que no da bandazos cuando un partido pierde el poder y otro le sustituye. Ya con Zapatero, el PSOE empezó a dejarla de lado y a sustituirla por una política de partido. Lo dejó claro con su exhibición de antiamericanismo al no levantarse en un desfile cuando pasaba la bandera americana. Y para nuestra desgracia, lo que hizo mal Zapatero lo empeora Sánchez. Durante más de cuarenta años, la política de Estado en relación con el Sahara ha sido la misma: apoyar un referéndum en el que los saharauis elijan su destino político. Pero Sánchez ha decidido él solo hacer la política contraria sin contar con nadie.

¿Qué indica eso? Que con Sánchez en el Gobierno, España no es una democracia consolidada sino en peligro, porque al haber decidido él solo lo que era una política de Estado, ha actuado como si él fuera el Estado. Ha hecho suya la frase “el Estado soy yo” de Luis XIV, paradigma de Rey déspota. Con razón se le dijo en el Congreso que es un autócrata, y con un déspota gobernando la democracia peligra. Cuando pidió apoyo al PP, en realidad estaba diciendo “apoya mi política económica porque el Estado soy yo”. 

Ha habido ya antes de lo del Sahara síntomas de ese peligro: decretar dos estados de alarma anticonstitucionales, cerrar el Congreso en la pandemia, gobernar por decreto ley, actuar como jefe de Estado de la República española marginando al Rey (la última vez al entrevistarse de igual a igual con el Jefe de Estado de Marruecos -el Rey- como si él fuera Jefe de Estado de una República); hacer que la Fiscal General del Estado (“la Lola” para las cloacas policiales) sea Fiscal no del Estado sino de Sánchez etc.

Además, gobierna con golpistas que quieren romper el Estado, con independentistas que quieren acabar con el país. Por tanto, ¿qué le importan el Estado o el País? ¿Qué sentido de Estado o de País tiene? Nada y ninguno. Sin embargo, el cínico pide apoyo a su política para “apoyar al país”, al país y al Estado que son él y sólo él. 

Hay análisis políticos que dicen que España es un Estado fallido. Ojalá no sea verdad y que la cosa tenga remedio, pero muy lejos no andamos. Y el causante principal es el autócrata cuya política tiene por fin principal a él mismo y carece de sentido de Estado, de país y de altura de miras.

¿Y en la franquicia navarra de Sánchez? Pues parecido. Un ejemplo: Chivite acusó hace poco a Navarra Suma de generar división por rechazar su “Plan de Convivencia” que ni condena el terrorismo ni impide pactar con quienes lo apoyan. ¿No suena eso a Sánchez, a acusar de “no apoyar al país”, de no tener sentido de la autonomía? ¿También su egocentrismo es mucho mayor que sus principios, su inteligencia y su vergüenza? ¿Piensa “Navarra soy yo”? ¿Tiene la cara tan ... como Sánchez? Hay pocas dudas.