Opinión

Adanismo

El pobre Adán no tuvo a nadie de quien aprender. El adanismo se le parece, pero no por no tener antepasados, sino por menospreciarlos al estar muy satisfecho de sí mismo. Tiende a no aprender del pasado ni de los otros, y por lo tanto a repetir errores y a no copiar aciertos. Cree que nada hay como el presente, como lo suyo, como él mismo. Su ignorancia y su autoconfianza forman un círculo vicioso, siendo a la vez causa y efecto la una de la otra: la ignorancia le impide conocer lo que de valioso hay en el pasado o en los otros. Su autosuficiencia satisfecha desprecia lo que no conoce. Sócrates decía “sólo sé que no sé nada”. Su capacidad de autocrítica y su modestia eran grandes, como su sabiduría. El adanismo, al revés, no es ni modesto ni sabio ni autocrítico. Cree saber siendo ignorante. Ególatra, se considera superior.  

Hay proporcionalidad directa entre progresismo, adanismo y socialismo. El progresista presume de ser superior en lo intelectual y en lo moral. Tiene poca capacidad de reconocer su ignorancia, sus errores e incluso sus delitos, y por tanto de aprender o de rectificar. Su falsa superioridad le lleva al socialismo, a exprimir a impuestos a los particulares creyendo que nadie sino él, por su superioridad, merece gestionar el dinero ganado por otros, dirigir la sanidad, la educación, la industria, todo. Es enemigo de la iniciativa privada. Además, su engañosa superioridad le lleva a engañar a la sociedad, a falsear la realidad. Con tales ingredientes, el resultado suele ser inevitablemente malo.

Sánchez es progre y adanista, con su egolatría, su “doctorado”, sus mentiras ..., y tiende a rodearse de afines, empezando por su pareja Begoña con su inmerecida Cátedra universitaria sin tener un título superior, lo mismo que su ministra de “educación”. Tras él, la retahíla interminable: Ione, Irene, Adriana, la Boti, Cerdán … Chivite. En el mercado de trabajo, donde hay competencia, estos fichajes han sido incapaces de demostrar valía alguna. Sin embargo, se creen capaces de hacer maravillas en la política. Pero igual que no han creado un puesto de trabajo o no han conseguido uno para sí mismos, instalados en el gobierno no saben generar empleo ni mantener la economía saneada. Sí saben subir impuestos, despilfarrarlos y endeudar gravemente al país. Sí han sabido llevarnos a la cola de Europa pero, progres y adanistas, no reconocen errores, echan la culpa de su mal gobierno a factores ajenos, y tratan de engañar a la sociedad con propaganda y controlando los medios. 

Cuando la izquierda progre y adanista pregunta a su espejito mágico quién merece estar en el poder, cree oir “nadie sino tú, porque eres superior” y busca perpetuarse en el poder. Por ejemplo, adanizando la sociedad. Adán en el paraíso no tenía historia detrás, vivía feliz, sin dar golpe, sin ciencia del bien y del mal y sin culpa. Nuestros adanistas han eliminado en la educación el esfuerzo y la historia (hasta 1812).  Convierten así a los alumnos en nuevos Adanes al borrarles su historia, y los hacen moldeable a capricho. Sustituyen el viejo método de la dictadura proletaria por el dominio sobre una sociedad repleta de Adanes sin ciencia del bien ni del mal ni de nada, poco capaces de trabajar, de esforzarse, de reconocer sus culpas y felices en el “paraíso” progresista.  Nueva versión de los homínidos gamma, delta y épsilon de “Un Mundo Feliz”. 

Una sociedad sensata y competente no se fiará del adanismo, del progresismo. No pondrá el gobierno en sus manos. Si se comete ese error, se paga tanto más caro cuanto más se tarda en rectificar. Es como bajar a segunda división. Si no se sube pronto, cada vez es más difícil salir del pozo. Ahí estamos, tanto en Madrid como aquí con el pentapartito, franquicia del adanismo progresista.