Otro verano más que se ha evaporado con el calor que hemos pasado. Lejos quedan ya los San Fermines, aquellos días de playa o las vacaciones conociendo el resto del mundo. Ahora ya, toca volver a los libros y a frecuentar las cafeterías. Aún no se han ido las resacas de todas las fiestas de los pueblos cercanos y ya estamos pensando en cuándo será el próximo puente, o las próximas fiestas. (Actualmente las de Corella y Cortes; y el próximo puente: el 12 de Octubre, El Pilar).
Comienza un nuevo curso y al igual que ocurre en año nuevo, empezamos a elaborar una lista con mil propuestas. “Este año iré a todas las clases”; “todos los días estudiaré una o dos horas”; “no saldré todos los jueves y los fines de semana… me lo pensaré”; “me apuntaré al gimnasio y a la escuela de idiomas”; y, “este año sí, que sí, me hecho novia y asiento la cabeza”. De todas estas propuestas, la única que solemos cumplir es la de apuntarnos al gimnasio… el primer mes; luego no seguimos porque en todo el mes hemos ido únicamente un día, el primero.
Lo peor de todo esto, es que pasan los días, pasan los meses y seguimos diciendo que si, que sí, que mañana mismo me pongo a estudiar, mañana mismo me apunto al gimnasio y este jueves me quedo en casa para ahorrar. Creo, que a esas alturas ya, lo mejor es ser conscientes de lo que vamos a hacer y no intentar engañarnos, porque hasta que no llegue navidades, no empezaremos a tocar un libro de verdad y hasta que no tengamos ni un solo duro para comprar siquiera un kebab, no dejaremos de salir un jueves.
Para conseguir los grandes cambios creo que hay que ir poco a poco. Por eso, de nada sirve que en cuatro días queramos cambiar toda la tónica de nuestra vida, si a lo largo de todos estos años no lo has conseguido, ¿por qué lo ibas a conseguir ahora? Lo mejor es ir poco a poco, conociendo nuestros defectos y explotando al máximo nuestras virtudes para poder sacar lo mejor de nosotros mismos. Con conseguir de momento ir a todas las clases podemos estar algo satisfechos.
