Opinión

Vamos a Abilene

Es magnífica la cantidad de ofertas generosas que está trayéndonos el mercadeo pre-electoral. Todo son prebendas: Zapatero resuelve los problemas subvencionando todo lo que se mueve: desde el nacimiento de hijos, con tabla rasa de a dos mil y pico euros por pañal; hasta dar la paga a los chavales de 21 a 30 años para que se puedan emancipar y alquilen un piso, entre otras lindezas. Mientras, Rajoy, por su parte, ofrece la creación de un Ministerio de la Familia para atender mejor las cosas del hogar, porque algún freno hay que ponerle a tanto aborto, tanto “guai” de esos, y tan poco ir a misa... Son algunas de las inquietantes ideas que son capaces de poner sobre la mesa estos prohombres y sus sesudos equipos que, además, parece que han descubierto la rueda ante tamañas propuestas... ¡Habrá que aplaudirles en público como en el circo romano -al igual que en los discursos de Fidel- o rodarán cabezas!

Sin embargo, tanta oferta, tanto teorema, semeja más la llamada “Paradoja de Abilene”, que en 1988 Jerry B. Harvey definiera en un libro: Explica este fenómeno de la psicología cognitiva social del pensamiento grupal humano por teorías de conformidad, que sugieren que la especie suele sentirse desanimada para actuar en contra de la tendencia del resto del grupo, algo que conduce, irremediablemente, a hacer algo que nadie quiere... Por ello, la técnica de preguntarse si "¿Estamos yendo a Abilene?" como aconsejan algunos gurús, nos serviría ahora para determinar si colectivamente nos estamos volviendo estúpidos con tanta propuesta deshilvanada y ligera. Y ojo, que Adolf Hitler llegó al gobierno de la mano de las urnas.