El tiempo es algo relativo pues, no es lo mismo una hora de placer y alegría, que la misma hora de tristeza. Pero, lo que es indiscutible es que es una especie de dictadura implacable que no podemos detener. Tras esta pequeña disertación diré que ahora se cumple un año desde que Pedro J. Santos, el mayoral del paloteado de Ablitas murió en Cortes, haciendo lo que más le gustaba, bailar con el Grupo de Danzas Mendianike. Así, creo que es de justicia, una vez trascurrido cierto tiempo escribir unas palabras de agradecimiento.
La gran mayoría de los vecinos de Ablitas sabe cómo era, cómo vivió, y cuánto presumió de su abliterismo visceral. Además, a nadie se le escapa su altruismo, y la entrega diaria, y desinteresada, a través de diversos colectivos, para mejorar su pueblo y dignificarlo. Asimismo, fue amigo de sus amigos entregándose con pasión desinteresada a ayudar a todos cuando se lo solicitaban.
No obstante, mi carta no quiere en este momento, ser un panegírico de la figura de mi amigo y cuñado Pedro, sino que pretendo agradecer, de todo corazón, a todos que en aquéllos, y estos momentos de tristeza han recordado, elogiado y homenajeado a su figura, dulcificando la terrible pérdida y relativizando el tiempo.
En primer lugar, al centro de salud de Cortes que en aquella tarde del 28 de agosto demostró una profesionalidad que superó las limitaciones sanitarias que puedan tener nuestros ambulatorios en tragedias como ésta.
