Parece que Unión Progreso y Democracia está creando mucha expectación en Navarra y fuera de ella. Tras leer unos cuantos comentarios publicados en los diarios de la Comunidad Foral a colación de las declaraciones del señor Cervera sobre el supuesto acuerdo entre UPN y UPyD, queda patente que algunas personas todavía no se han enterado de que somos un partido diferente nacido de un movimiento ciudadano arto de tanta hipocresía.
No dudo que entre UPyD y UPN haya puntos coincidentes como la lucha antiterrorista o la necesidad de frenar, mediante las urnas, la influencia del nacionalismo independentista en nuestra comunidad; también somos coincidentes con IU en puntos como la reforma de la ley electoral, o la laicidad, y con NaBai en cuestiones urbanísticas y en la despenalización del aborto, pero con distinto enfoque.
Nosotros no hemos votado la actual ley del aborto por considerarla en algunos casos inmoral, ya que, esta nueva versión del aborto puede ser interpretada en la práctica como un anticonceptivo más. Por tanto, podemos discutir o apoyar propuestas de unos y otros, pero en ningún caso entrar en coalición porque esto supondría traicionar nuestra razón de ser; algo que estamos muy acostumbrados a ver en la mayoría de partidos que defienden distintos derechos en una u otra región de España según convenga electoralmente.
En cuanto a las posibilidades de influir en el devenir de la política, esto es algo que sólo los ciudadanos con su voto secreto pueden decidir; son estos, y sólo estos, quienes tienen la última palabra. Y sí, somos conscientes de que en Navarra Unión Progreso y Democracia es un partido pequeño que aparentemente está remando contra corriente. Digo aparentemente porque como ya manifesté en algún otro artículo, a Navarra le iba a resultar muy difícil asumir el gasto de todas sus competencias sin ayuda exterior, ya sea de la UE o del Estado Español, y que se iba a ver obligada a afrontar recortes en el gasto.
A estas alturas, ¿a quién creen que afectan estos recortes?
Como estamos viendo, al ámbito de la educación, la sanidad, la dependencia, la investigación, a las ayudas a los pequeños y medianos empresarios para que no se vean obligados a cerrar lo que, hoy por hoy, es el sostén de los puestos de trabajo; en definitiva afecta al estado del bienestar de la mayoría de los ciudadanos. Y digo de la mayoría ya que unos cuantos seguirán viviendo sin apuros tanto en el presente como en el futuro.
Así lo refleja un revelador y reciente informe elaborado por el prestigioso bufete Larrauri & Martí Abogados en el que, entre otras cosas, se desvela que muchos miembros de nuestra clase política pueden compatibilizar en algunos casos hasta tres pensiones y cobrar la pensión máxima con tan solo haber cotizado entre 7 y 11 años mientras los demás trabajadores debemos hacerlo durante 35 años.
Todo un pésimo ejemplo que no habla precisamente muy a favor de nuestros dirigentes.
Que yo sepa, sólo nuestra parlamentaria Rosa Díez ha denunciado y presentado enmiendas en el Congreso de los Diputados para corregir esta injusticia y, como era de esperar, se quedó sola. Así que, ¿cómo podríamos ir en coalición con cualquier otro partido so pena de “montarnos al carro”?
Por la cuenta que nos trae más nos vale ir en solitario, ya que sólo así podremos seguir siendo transparentes, aunque eso suponga tener que aguantar estoicamente las acusaciones malintencionadas encaminadas a desviar la atención haciendo uso de un sentimiento patriotero, regional o nacional, para entretener a la afición, cuando lo que en realidad preocupa a la gran mayoría de los ciudadanos es la pérdida del estado del bienestar de la que, en buena medida, son responsables directos.
