Unos ponen la música y otros bailan

Alguien me dijo un día esta frase y me quedé con ella, pero nunca pensé utilizarla para despedir a Pablo.

Hoy, los compañeros de la discoteca y todos aquellos que bailamos con sus canciones hasta el amanecer, queremos unirnos en el dolor junto a toda su familia. Necesitamos dar las gracias a su madre, porque a él no hemos tenido tiempo de dárselas, entre otras cosas, porque nunca piensas que los amigos puedan marcharse para siempre sin avisar.


Gracias por tantos bailes felices.

Se acabó la Música

Ahora, frente a la tragedia, reflexionamos sobre la importancia que algunas personas como Pablo tienen en nuestras vidas. Aquel que pone la música para que otros bailen, habitualmente pasa desapercibido, cuando en realidad, sabiéndolo o aún sin saberlo, ha contribuido con su música a que año tras año y día tras día muchas parejas se conozcan, entren en contacto, y en muchos casos incluso se casen y tengan hijos. Es justamente en esa etapa de la vida en que las discotecas dejan de ser lugar habitual de reunión de amigos y enamorados, cuando a consecuencia de momentos especiales, aflora dulcemente esa canción que bailamos juntos por primera vez; esa que fue decisiva a la hora del sí quiero, y que semana tras semana pedíamos insistentemente al Disc-Jockey. Esa melodía que tan gratos recuerdos nos trae, y que Pablo se ha llevado consigo.

La luz de la limpieza deja al descubierto una noche bien vivida, reflejada en el suelo, bajo un manto de fakir.