La semana pasada, por temas de salud, acompañé a mi hermano al hospital en la capital, Pamplona (en Tudela no tenemos algunas especialidades). Como tenía que permanecer al menos dos horas esperando, aproveché para hacer algunas gestiones, concretamente la transferencia de un vehículo.
Me acerco a Tráfico con toda la documentación necesaria y… ¡sorpresa! como el vehículo tiene menos de diez años, tengo que desplazarme a las oficinas de Hacienda, en la c/ Esquíroz, 16 ¡Doble sorpresa! Número de mi turno: 196. En la pantalla eléctrica de los turnos marca el número 134; -hora del café-. De las 11:05 horas a las 11:56 horas, sólo habían atendido a cinco personas. A las 12:05 mi turno, ¡Impresionante! Me rellenan los formularios muy atentamente, -todo hay que decirlo-, me indican que tengo que pasarme por una sucursal bancaria a efectuar el pago de Transmisiones Patrimoniales y además, debo presentar una serie de documentos fotocopiados y originales, un documento de autorización o una compulsa en el notario.
En resumen, a Tudela sin el propósito conseguido; eso sí, mi hermano se encuentra bien, un poco preocupado por mi tardanza.
Señores, así no hay país que pueda funcionar en la vida. No me niego a pagar, que también, -duele un poco saber dónde van a parar los ingresos de nuestros impuestos-. Este es el país que hemos construido, un país de Quijotes gobernado por Quijotes, un país en el que para resolver cualquier documento necesitas visitar al menos tres ventanillas
y hacer dos viajes a la capital o dejarlo en manos de una gestoría (previo pago claro está). ¿Para cuándo la ventanilla única?
Qué se puede esperar, en un país donde salen a la calle seis millones de ciudadanos para gritar “¡yo soy español, español, español…!” cuando gana la selección Española de fútbol, y no salimos a manifestamos ante los casos de corrupción de algunos de nuestros políticos, donde la noticia es quién va a ser secretario de tal o cual partido, sin tener en cuenta las necesidades del ciudadano, donde…
