Opinión

Tudela en la Conquista de Navarra 1512 - 2012

En este 2012 se cumplen 500 años de la invasión de Navarra por las tropas del duque de Alba. En aquel tiempo Navarra era independiente. Los vascones crearon el Estado de Navarra, primero reino de Pamplona desde el siglo IX. Para su convivencia y defensa, lo dotaron de cultura, trabajo, y castillos que pertenecían a la comunidad, así como instituciones que la reglamentaban, por encima de la autoridad de los reyes o señores.



De la cultura pirenaica proviene un Estado singular, con fueros y derechos, y con control sobre el monarca, y rechazo al culto de la guerra, en el que la población sólo se movilizaba en caso de agresión y necesidad de defensa. Esa era nuestra Navarra.



En aquel tiempo, los habitantes de la capital ribera dieron grandes muestras de lealtad hacia los soberanos navarros, Catalina I de Foix y Juan de Albret, durante la invasión española del año 1512. Tudela, sitiada, capituló el 9 de septiembre de ese año, siendo así la última población Navarra en rendirse a las tropas invasoras comandadas por el arzobispo de Zaragoza, uno de los hijos bastardos de Fernando el Católico.



Tras la conquista, los españoles establecieron la Inquisición, que se instala en el año 1516 en Tudela y ordena la expulsión de los musulmanes de la ciudad. Esta organización no defendía la fe católica; en realidad, era una policía política represora del pueblo, hasta tal punto que los tudelanos amenazaron a los inquisidores con echarlos al río.



En 1516 se produjo la segunda sublevación contra el invasor por la recuperación de Navarra. La respuesta del cardenal Cisneros, que había quedado regentando Castilla tras la muerte de Fernando el Católico, fue implacable. Ordenó al coronel Villalba destruir todos los castillos y murallas del viejo reino pirenaico de manera que no quedara piedra sobre piedra.



En 1521, los ciudadanos de Tudela se posicionan por Enrique II de Navarra, conocido como el Sanguesino, junto con los hermanos de san Francisco Javier, en un nuevo intento de recuperación de Navarra. Por ello, ese mismo año los españoles comienzan a desmantelar el castillo donde murió Sancho VII el Fuerte, situado en el cerro de Santa Bárbara, principal vestigio de la soberanía del reino de Navarra de la capital Ribera. Así pues, Tudela perdió la condición de baluarte defensivo. En la batalla de Noáin (30-VI-1521), murieron entre 5000 y 6000 navarros, y Navarra quedo definitivamente incorporada a Castilla. En 1522, demolieron el castillo de Maya en Amaiur (Baztan), como último bastión navarro.



A propósito del castillo de Tudela, cuentan que el conde de Lerín atacó varias localidades defendidas por navarros fieles a su corona. Un sacerdote de Mendavía se preocupó por alguno de sus vecinos encerrados por dicho conde en una “ziega” del castillo de Tudela. La cita del clérigo nos da cuenta de la dureza de la estancia. La ziega dice, era una especie de agujero subterráneo, terrible, sin resquicios, de muros ásperos, oscuro y frío, en definitiva un infierno donde los prisioneros se consumían vivos. Hoy en euskera se llama así a la “celda”.



Las condenas a muerte se repiten sin cesar. Se expolian los bienes y se destierra a quienes defienden Navarra. Como fugados de esta barbarie, entre otros figuran el hijo del mariscal don Francisco de Navarra, los tudelanos Ximen Ortiz, Pedro de Los Arcos y Juan de Navarra, Felipe de Navarra, su criado Sancho, un médico de nombre Jaime y el mayordomo del mariscal Lope de Goñi, estos dos últimos de Olite.



Fueron tantas las ejecuciones que se dieron en nuestra provincia, que el verdugo de Tudela pasó a residir en Pamplona.



Esto es un retazo de lo ocurrido en nuestra ciudad en el siglo XVI. Ahora, en el 2012, sigo creyendo que el origen de nuestro pueblo se halla en nuestra tierra. Por todo ello, me parece necesario un recuerdo para aquellos ciudadanos, paisanos, que defendieron Tudela, Navarra, su libertad y su independencia.