Trabajar en equipo las más de las veces te hace sentir como una ficha de dominó: Insignificante, pero Imprescindible a un tiempo. Importante en suma.
En la mayoría de las ocasiones no te das ni cuenta de la infinidad de cosas que te brinda el grupo, y la multitud de asuntos que es capaz de desarrollar a un tiempo, si la coordinación y la implicación de todos es la adecuada.
Por desgracia, sólo ves cómo se desvanece esa pirámide invertida de funciones cuando te equivocas, y parece que toda la figura creada con esas fichas se desmorona. Sin embargo, los aciertos, como el avance, en general, son bestiales. No sólo en lo productivo, se transmite una sensación que impregna a la persona y su trabajo, que hace que se crezca. Y supone subirse a un carro que, desgraciadamente, no se lleva en esta sociedad nuestra tan dada a echar la culpa al otro y mirar para otro lado cuando se dice de tirar y mirar todos a una por un fin.
Se dice que la nuestra es una sociedad inmadura, repleta de niños grandes que no asumen responsabilidad alguna. Y es cierto, pero también lo es que todos somos capaces de aprender y adaptarse, y más a lo bueno, de modo que no queda si no modernizarse y subirse al carro de la nueva rentabilidad a que te obliga el mercado, si de verdad estás dispuesto a conciliar la vida personal -ociosa, deportiva, social y familiar- con los retos laborales, empresariales y humanos imprescindibles para avanzar.
Sacrificarse no se lleva, parece que es mejor mirar para otro lado... Cuesta abrirse y contar con los demás, dado nuestro carácter cerrado e individualista, pero llena de satisfacción dejarse impregnar del colectivo. De modo que ser amable con los demás te hace serlo contigo mismo. Cuesta empezar, pero compensa.
