Opinión

Trabajar para ganarse la vida

La indignación que la pasada semana me produjo un estudio del sindicato LAB sobre accidentes de trabajo en la CAV y Navarra en 2011, me llevó durante unos días a una pequeña reflexión. Del estudio, se desprendían las terribles cifras de nada menos que 89381 accidentes de trabajo, casi 300 graves y 78 mortales (también se hacía alusión a 3 más en Iparralde). Las muertes por enfermedades derivadas del trabajo ascendían a 14 y la estadística nos concluía que se producía un accidente cada 6 minutos y una muerte en el puesto de trabajo cada 4 días. Estas cifras son un reflejo de la fría realidad. Los accidentes en su mayoría, se producen debido en mayor parte a la forma de organización del trabajo y a la gestión de la prevención de los accidentes. Todos sabemos de la falta de medidas de seguridad, del incumplimiento de la normativa, de procedimientos y ritmos de trabajo inadecuados, etc., concluyendo con esto, que todos los accidentes de trabajo son evitables y minimizables sus consecuencias.

Como Técnico en Prevención de Riesgos Laborales que soy, veo que poco importa la salud y la vida de la ciudadanía asalariada. Muchos de nosotros estamos en paro, no interesamos en absoluto porque nuestra labor, para algunos (patronal, instituciones etc.), es molesta. Llegada la crisis, muchos antepusieron impunemente ganancias no invirtiendo en seguridad (entre otras cosas), a la salud y vida de las personas. Y lo dicho siempre, a mayor precariedad y empeoramiento de las condiciones laborales, mayor riesgo de accidentes. No existe mano dura contra esta forma de terrorismo, ya que no tiene otro nombre, por parte de quienes más debieran de hacer por ello; patronal y administración. A diario se nos recuerda que hay que hablar de la violencia. Y por mi parte, no hay problema, pero de esta forma de violencia existente también y muy seriamente, ¿no creen? Las trabajadoras y trabajadores deben ir a sus puestos de trabajo a ganarse la vida dignamente, no a dejársela o a deteriorar su salud como demuestra el estudio mentado.

Los técnicos prevencionistas no somos policías; nuestro deber, entre otras muchas cuestiones, es implantar, con nuestro trabajo diario, una Cultura Preventiva concienciando de su necesidad a niveles generales. También necesitamos libertad para ejercer esa labor. La normativa no es un arma arrojadiza contra los trabajadores, está para cumplirla por ambas partes poniendo los medios; de nada sirve sancionar si no hay medios ni se trabaja por la mencionada Cultura Preventiva. Finalizando, hay que asumir que la seguridad en nuestros trabajos no es ni un premio, ni un obstáculo a sortear, debe ser el vehículo con el que se muevan todas y cada una de nuestras empresas y el mundo laboral.