Opinión

Toque de arrebato

El pasado domingo, tras la acumulación de noticias, las campanas de toda Navarra bandearon al unísono dando un toque de arrebato a la población. Una llamada de atención sobre lo que se avecina y una invitación obligatoria para que los navarros acudan masivamente a las urnas el día 27 y manifiesten su voluntad inequívoca. Las encuestas publicadas, aunque no son infalibles, presentan un panorama poco halagüeño al augurar la posibilidad de un gobierno tripartito entre socialistas y nacionalistas con IU.

La ilegalización a la carta, auspiciada por Zapatero, de parte de las listas de ANV, según beneficiaban o perjudicaban al PSE y PSN; la recriminación del TS al gobierno por no haber instado la ilegalización de ANV; y sobre todo las noticias que desvelan el pacto entre PSOE y Batasuna para no ilegalizar algunas listas a cambio de no cometer atentados, no son sino una aberración política que sólo produce indignación. Es inconcebible un gobernante tan nefasto, ¿cómo pueden confiar los navarros en que respetará su estatus actual?

Desde estas líneas me dirijo a los votantes que se sienten navarros por nacimiento o arraigo. Es indudable que las próximas elecciones son muy importantes por cuanto marcaran el futuro de Navarra. No pretendo ser agorero sino analizar con realismo la situación, desde mi modesto punto de vista, con la sana intención de poder aclarar dudas y despertar de ese estado adormecido de incredulidad a las gentes de bien. Muchos, al margen de ideologías políticas, contemplan con escepticismo la posibilidad de que Navarra se convierta en una provincia más de Euskadi; piensan, convencidos, que los navarros nunca lo consentirán. Para justificar tal pensamiento siempre está la Transitoria Cuarta de la Constitución que exige que la propuesta se apruebe por mayoría absoluta (mitad más uno) del Parlamento Navarro y se someta a referéndum del pueblo navarro (mitad más uno de los votos emitidos, no de los votantes con derecho a sufragio), y no les falta razón puesto que no deja de ser una garantía, aunque sólo es una cuestión de tiempo.

El problema no es sólo que el PSN tenga pactado el gobierno de Navarra con los nacionalistas (que no creen en su identidad) sino las consecuencias que acarreará en un futuro cercano. Este pacto no supone la incorporación de forma inmediata, porque hoy por hoy es inviable y ellos lo saben. Pero la realidad es que la hoja de ruta está nítidamente trazada. Si el tripartito (Nabai, PSN e IU) accede al gobierno creará un Órgano Común, al que cederán competencias ambas comunidades autónomas. Competencias jurídicas, fiscales (con el retroceso que supone en el bienestar general) y sobre todo de educación, que constituye su principal instrumento para el adoctrinamiento de la población sobre la cuestión identitaria, desde la que bombardearían ideológicamente a los ciudadanos abundando sobre las bondades de pertenecer a la gran nación vasca. Se implantará el uso del vascuence de forma uniforme aunque los inicios serán tranquilos. Comenzarán rotulando calles y letreros y poco a poco se penalizará el uso del castellano (sirva de ejemplo Cataluña). El vascuence será la lengua vehicular en los colegios, donde se enseñarán los principios nacionalistas de territorialidad y autodeterminación. Tras unos años de implantación de los conceptos nacionalistas y cuando la gente haya asumido su nueva identidad vasca entonces se aprobará por el parlamento la integración y se someterá a referéndum con la seguridad de ganarlo. Se habrá consumado el atropello y seremos la cuarta provincia de Euskadi habiendo renunciado a nuestro Fuero, con todo lo que ello significa en cuanto a la potestad legislativa que regula nuestra convivencia y afianza nuestra identidad e independencia en tantos asuntos que nos han permitido llegar a donde estamos; acto seguido dejaremos de ser navarros y españoles. No es una invención fantasiosa que se aleje de la realidad, es la hoja de ruta de los nacionalistas (Batasuna incluida), que cuenta con el beneplácito del PSN. Dicen que no hay más ciego que el que no quiere ver, hora es ya de quitarse la venda de los ojos y ejercer el derecho al voto con responsabilidad.

No apelo al miedo sino a la cordura, respetando siempre la decisión de los navarros sobre su futuro, pero siendo conscientes que de nada servirán los lamentos después de las elecciones si se ha apostado por experimentos que conducen a la destrucción de la Navarra que conocemos. Esperemos que el día 28 de mayo las campanas de toda Navarra repiquen de alegría para festejar que la identidad de esta tierra está de nuevo salvaguarda.