Opinión

Tirar, verbo irregular

Al fin parece que se está imponiendo el sentido común. Es, sin duda, la parte más positiva de esta situación de incertidumbre y necesidad que estamos atravesando.

Me refiero, por supuesto, a que llegue a la conciencia colectiva el hecho de que es inmoral e inviable tirar comida alegremente, como lo es desechar artículos y productos sin control, rigor ni preocupación.



Nuestras abuelas llamaron "ropa vieja" o "croquetas de...", a ese guiso consistente en "reciclar" y aprovechar en la mesa las sobras de otras comidas.Algo que ahora, en plan moderno, se sugiere o disimula -con esa arrogancia que aún nos queda-, bajo el eufemismo de hacer "sostenibles" nuestros platos.



La realidad es muy otra. Se sabe que cerca del 50% de los alimentos que el ser humano produce se terminan por desechar o perder. Una barbaridad incomprensible que ahora se analiza cuando se recuerda que en unas décadas la población mundial alcanzará -y sobrepasará- los 9.000 millones de almas, algo que alarma si tenemos presente que nuestro planeta es finito, y su capacidad de producir riquezas para mantenernos, limitada.



Sin embargo, resulta que este planeta azul, maldito por la avaricia humana, es más que capaz de mantenernos, de hecho ya lo hace, aunque desechemos, de forma absolutamente irregular, miles de productos y viandas que nos da, tirando así y negando también la esperanza y la viabilidad de este absurdo sistema. No es cuestión de fechas de caducidad en las tiendas, o de la selección de las viandas en el sector primario, debe ser una virtud que emane de nuestra alma de consumidor racional.