Opinión

Tiempo de soñar

El futuro pertenece a aquellos que creen en la belleza de sus sueños. Por ello, este lúgubre fin de año debemos abogar por nuestros sueños, confiar en nuestras capacidades, defender nuestros principios, apostar por un mañana.



Sólo existen dos días en el año en los que nada puede ser hecho: Uno se llama ayer y el otro mañana. Por lo tanto, la tregua que brindan estas fechas es el momento ideal para tomar aliento y afrontar la cuesta arriba como si de un mero trámite se tratara. Tras el esfuerzo, sin duda, se hallará la cima, el premio por nuestros desvelos. Y el camino, al andar, nos hará más libres, más conscientes, más consecuentes, más fuertes.



Quedarse en los cómodos parajes de la queja y la inoperancia, aleja el progreso y la creatividad. De modo que para no pecar de incompetentes, levantemos la persiana de la ilusión ante la inminente llegada de un nuevo año, de 2012 oportunidades, 365 amaneceres por construir, 12 ciclo-retos por lograr. Porque la solución está al otro lado de la pereza, al margen del miedo, frente a la ilusión, y de la mano de la angustia positiva que supone -menudo éxito- salir adelante... Por tanto, debemos huir -con eso de que con el "año nuevo, vida nueva"- de la agonía de la inocua rutina, que nubla nuestra razón, bloquea nuestros méritos y convierte los sueños en pesadillas.



Así, más que un tiempo de silencio, ésta que nos viene, será una época de virtud creadora, porque sin ilusión y sin perspectiva, la noche puede con el día, ¡y lo que estamos celebrando es el amanecer de un nuevo año y una nueva vida!