Se dice muy a menudo que no sólo de pan vive el hombre, pero desde luego, que nadie pone en duda que se trata de la base de muchas dietas alimenticias. Es considerado como un bien de primera necesidad, y como tal, se supone que es merecedor de un tratamiento especial, incluso su precio no es libre. Su consumo diario conlleva una industria y un comercio que practicamen no descansa. Simbólicamente dos días al año se deja de
cumplir con la obligación diaria de amasar la harina, la levadura y el agua. Si bien los productos que componen la materia prima, son los mismos, cada día existen mas tipos de masas, que a su vez dan como resultado muy diferentes tipos y formas de pan. Pero es claro que todos y cada uno sube y sube cada vez más y más, y no por efecto de la levadura, sino porque el mercado económico afecta a todo tipo de bienes incluidos los considerados de primera necesidad, ¿el mercado no perdona, ni al mendrugo de pan?. La subida se ampara en el antifaz que nos viene cegando a todos desde el cambio de moneda, céntimo arriba, céntimo abajo, parece que no nos enteramos cómo se nos va el dinero, pero el caso es que escapa de nuestros bolsillos con mayor rapidez de lo que lo hacían antes las pesetillas. Pues ahora, como si nada, ¿CINCO? centimillos que sube la barra del pan, la de todos los días, se trata de una subida que porcentualmente supone más de un 6%, así, como quien no quiere la cosa, el tan traído y llevado redondeo, que siempre es al alza, y no a la baja, pareciendo insignificante, nada más lejos de la realidad, y así pasito a pasito, céntimo a céntimo, cada vez está más cerca del euro redondo, y eso hablando de la barra normalita, que si nos vamos a por un pan un poco más especial, se dispara más el continente que el contenido del bocata de turno.
