SOS permanente

Este país nuestro es el de la permanente improvisación.

A ver, el viernes, por poner un simple ejemplo, cayeron 6 litros de agua en forma de nieve y el aeropuerto internacional de Barajas se colapsó. Y aquí, cuando nos llegó el frente, Corella estuvo dos horas sin luz, y todavía se están mirando entre sí para ver quién fue el responsable, ¿a quién se dejó de llamar? ¿Quién no se enteró de la fiesta? ¿Quién se encontraba en la luna de Valencia? Nunca se sabrá

Son anécdotas, pero reflejan un sentimiento nacional, el de la permanente chapuza, el apaño, la salida al paso. Y ocurren en todos los ámbitos de la empresa privada y de la pública.

Sólo somos capaces de ver venir aquello que tenemos ante nuestras narices. Lo demás nos resbala, o lo que es aún peor, pasa desapercibido, no lo tenemos en cuenta, ni nos enteramos porque no somos previsores. Aquí, el I+D+i de la Investigación y Desarrollo e Innovación, pulula a sus anchas de la mano de la I+I+i, -la Imprevisión, Improvisación e Incompetencia-.

Somos así, pero deberemos espabilar si no queremos que nos pase por encima el tren de la globalización. Esa moderna espada de Damocles que nos cuestiona cada día, y nos obliga a mejorar y avanzar, en el mejor de los casos.

Otra cosa son las cajas B, y los arreglos a que son capaces de llegar en ciertos foros, en determinadas situaciones. Pero de eso ya hablaremos otro día, cuando en Cintruénigo, Cámara de Comptos y Fiscalía encuentren esa perdida caja de Pandora llamada dejadez intolerable. Mariano