Opinión

Soñar y creer

El otro día se fueron de excursión al Vaticano el Presidente Sanz y el Arzobispo Sebastián. Fueron para rogar al Santo Padre que visitara Navarra coincidiendo con la celebración del llamado “Año Javierano”. Ya que el Papa arrastra multitudes, el Departamento de Turismo debió pensar que la intentona merecería la pena, dado que así sería más fácil alcanzar el objetivo de que un millón de personas visiten Navarra este ejercicio.

La pena fue que la pareja se vino con un no por respuesta: Benedicto XVI les dijo “estoy con vosotros”, -es un hombre afable y solidario aunque esta vez no se puso ninguna chapela ni acompañó a Sanz guitarra en ristre-, pero por intentarlo, que no quedara. En cualquier caso, no encuentro sentido a una visita en la que la Iglesia y el poder ejecutivo van de la mano, salvo, claro está, si responde a la añoranza política de otros tiempos.

Echan de menos, sueñan y creen que están en los ‘50, años en los que más que del Gobernador Civil se esperaban las palabras del Obispo, pero eso, para bien o para mal, -¿quién lo juzga?-, ya quedó atrás.

El Clero está preocupado por el inminente proceso de secularización de sus fieles, de una ciudadanía que, en el año ‘82, confesaba ir a Misa los domingos un 37%, cifra que en 2005 ha descendido al 14% según una encuesta que maneja la Diócesis de Tudela, pero ese es otro cantar, lo curioso del caso son las piruetas que hacen ahora sólo preocupándose de salir en la foto en lugar de empujar el buen quehacer que emanan las Parroquias.

Como decía el creyente y matemático francés Pascal, “sólo somos verdaderamente felices cuando soñamos con la futura felicidad”. Y soñar, es gratis.

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