Opinión

SI AL TREN. NO AL TAV.

Llevamos meses escuchando y leyendo como los partidos de Navarra (UPN-PP-CDN-PSN-PSOE) se culpan los unos a los otros de no hacer nada o de poner trabas, para que el Tren de Alta Velocidad (TAV) pase lo antes posible por Navarra y a parte de parar en Pamplona también lo haga en Tudela. Es el progreso, Navarra no puede “perder este tren” nos dicen. Algunas personas, navarras y navarros también, nos preguntamos por qué los defensores de semejante imposición no explican exactamente que consecuencias tiene para el territorio en el que vivimos, especialmente las concernientes a los impactos medioambientales, agrarios, sociales y económicos que ocultan o simplemente no comentan los promotores y defensores de semejante obra agresiva y faraónica.

Las personas que firmamos este escrito estamos en contra del Tren de Alta Velocidad porque estamos a favor del Tren Público y Social. Todos los estudios de movilidad coinciden en señalar al ferrocarril social como el más sostenible y seguro de los medios de transporte. Es el que menos gases de efecto invernadero emite, el que menos espacio ocupa y el más seguro. Sin embargo en el Estado español sólo un 5% de los viajeros y un escaso 3,8% de las mercancías viajan en tren, mientras que hay países europeos en los que esa proporción es muy diferente: por ejemplo en Austria, casi el 50% de las mercancías se transportan por ferrocarril.

El tren público y social es el que llega al mayor número de lugares y personas y tiene un precio asequible. Es el que une pueblos, comarcas y territorios y es una alternativa real al transporte por carretera. Es el que propicia un desarrollo sostenible y es respetuoso con el Medio Ambiente aprovechando al máximo las vías y los recursos existentes. La ampliación y mejora de las líneas ferroviarias tienen que responder exclusivamente a las necesidades de la ciudadanía siendo su coste económico, ecológico y energético proporcionado al servicio que presta y su propiedad y gestión públicas.

Sin embargo en los últimos años la mayoría del presupuesto de inversiones dedicado a transporte ferroviario se destina a líneas AVE-TAV, cuya construcción es tremendamente agresiva con el territorio, que generan un impacto ambiental y social considerable por su efecto barrera y que además son absolutamente despilfarradoras desde el punto de vista energético (la energía gastada por un TAV a 300 km/h es comparable al consumo doméstico de una ciudad de 25.000 habitantes), van a ser necesarias más Centrales Térmicas y/o Nucleares para producir más energía. El TAV para en muy pocas estaciones y está pensado para interconectar capitales, además de que el precio de los billetes es caro, mientras que las inversiones en el ferrocarril social y sostenible son residuales, cada km. del TAV cuesta unos 18 millones de euros (3.000 millones de las antiguas pesetas).

El TAV, aparte de los desequilibrios entre territorios, incrementaría también las desigualdades entre las clases sociales. Este proyecto no se lleva a cabo por “el interés general”, no surge con el objetivo de satisfacer las necesidades del pueblo. El TAV es parte de un vasto plan de infraestructuras englobado en la Red Transeuropea de Transportes: trenes de alta velocidad, nuevas autovías, superpuertos, ampliación de aeropuertos, etc… Detrás de esta Red se encuentra el poder financiero y del Capital de las industrias más fuertes de Europa. Concretamente fue la Mesa Redonda Europea de Industrialistas (ERT), que reúne a las principales transnacionales de Europa, la que decidió el rumbo de dicho plan. En 1991 decidió junto con la Comisión europea la construcción de 30.000 kilómetros de vías férreas de alta velocidad, 12.000 kms. de autovías, además de autopistas marítimas y aeropuertos. Para hacer efectivo ese plan sería necesario gastar 600.000 millones de euros presupuestados y las emisiones de CO2 crecerían el 42%.

Consideramos que debe apostarse de manera clara y decidida por un tren que cohesione el territorio y que esté al servicio de la ciudadanía, por lo que proponemos mejorar la totalidad de la red ferroviaria de Navarra, con el objetivo de permitir velocidades máximas de entre 160-200 km/h en la mayor parte de los tramos, con más estaciones (en los últimos años se han ido cerrando), recuperación de la vía Castejón-Soria, frecuencias de trenes regionales (competencia del Gobierno de Navarra) y del resto de trenes incluido el Altaria, ampliación de horarios que darían servicio a más población y con un menor coste de los billetes, aumento sustancial y traslado hacia el tren del transporte de mercancías que ahora va por carretera (reduciendo así las emisiones contaminantes y los gases de efecto invernadero).

Para ahorrar en el trayecto Madrid-Pamplona unos 30 minutos, no entendemos como se van a derrochar grandes cantidades de dinero, que nunca serán amortizadas. Además el tren Altaria existente en la actualidad, da un servicio óptimo en cuanto a tiempo de viaje a Madrid, pero debería realizar más paradas para así vertebrar mejor el Valle del Ebro y las zonas de La Ribera y Media de Navarra y La Sakana.

Por eso desde nuestra “Plataforma Ribera por el Tren Público y Social. No al TAV” vamos a cuestionar el modelo de transporte y ordenación del territorio que se está desarrollando desde las instituciones, a espaldas de la ciudadanía y de las organizaciones sociales denunciando el procedimiento seguido hasta ahora para elaborar el proyecto del TAV, ya que se está impulsando desde una absoluta falta de transparencia informativa y de participación públicas. Solicitamos a las administraciones públicas que centren sus esfuerzos en mejorar el transporte con criterios de sostenibilidad ambiental, social y económica. Por eso rechazamos el Tren de Alta Velocidad ya que es un modelo antisocial, antiecológico, despilfarrador de recursos e inasumible por sus impactos físicos, agrarios, sociales, económicos y territoriales.