Opinión

¿Se puede hablar con el diablo?

Siempre he mantenido que con el ánimo de salvar una vida, poder hablar, se puede hablar con quien haga falta. Sólo hace falta que los interlocutores sean los validos, y que tengan una sana intención, declarada y demostrada, de salvar vidas o de dejar de quitarlas, una sana y real intención de dejar de matar, de asesinar, de masacrar, con el único ánimo de desestabilizar.

Ahora bien, una cosa es hablar hasta con el diablo, porque una vida lo vale, y otra muy distinta es poner el alma en manos de Lucifer. Es pero que muy, muy diferente, y por ahí no.

La banda terrorista, y sus reflejos políticos (batasunos), pretenden engañar al más pintado, diciendo, o mejor, pretendiendo exigir el cumplimiento de un proceso de Paz, basado en el diálogo, guardándose, no un as en la manga, sino las pistolas debajo de la mesa y las bombas en los zulos.

Este proceso de tregua, que habría que analizar concienzudamente ¿por qué se da?, está facultando huir de un atosigamiento evidente de las fuerzas y cuerpos de seguridad de los estados democráticos español y francés, y continuando con su política extorsionadora, está consintiendo rehacer la estructura, tocada en sus cimientos, gracias al eficiente y no menos arriesgado trabajo de la Guardia Civil, de la Policía Nacional, de la de las policías autonómicas, quienes, junto con la Gendarmería francesa, han eliminado el aliento de los que antes campaban a sus anchas sembrando el terror.