Opinión

Saber crecer

Hay un extraño sopor en el aire de la Ribera que agobia, agota y aturde. Se respira a cada paso, y es el fruto de una sinrazón, -rural, antigua-, que enfrenta, -sutil, sibilinamente-, a una sociedad dormida, que se mira al ombligo, y no es capaz de desenmascararse, de abrirse, de mirar al mundo como es.

Más allá del partidismo, -todo debe ser izquierda o derecha-, nos movemos por lobbys, grupos y camarillas, -familiares, grupales-, que dejaron atrás lo que de bueno tuvo en la edad media toda asociación gremial... No miramos a todas partes más allá que de forma cerril, viciada, al punto que frenamos nuestro propio desarrollo por falta de curiosidad, o por simple pudor o temor al estigma.

A nadie le debería importar lo que pasa cuando se cierran las puertas. Pero aquí, elucubramos sobre lo que no es ciencia cierta, mientras dejamos pasar lo obvio, desaprovechando nuestro potencial real.

Ya dijo el suicida Mariano José de Larra que es más difícil negar las cosas que enterarse de ellas, por ello, duele que en esta tierra nuestra valoremos más la observación crítica que su ejecución y aplicación para mejorar. Prácticas que, en definitiva, te permiten crecer.