“No hay una definición del papel cultural y social que debe tener la música en el contexto de la política cultural general” y, además, “no se aportan soluciones definitivas ni de infraestructuras ni de programas al problema de calidad de las enseñanzas oficiales en su triple nivel: estudios superiores, estudios profesionales, escuelas de música... No existen líneas de actuación serias que promuevan la práctica amateur de la música, ni tampoco las que promuevan el apoyo a grupos e intérpretes de carácter profesional”.
