Opinión

Recuperar la política

Corren malos tiempos para la política. Estamos asistiendo a una creciente crisis de credibilidad y a una progresiva desafección ciudadana de todo lo que suena a política. Según el barómetro del CIS el cuarto problema para la sociedad española es “la clase política” (13,3 %) por encima de cuestiones tan graves como el terrorismo (12%) o la vivienda (7%). Resulta preocupante que los que tienen la responsabilidad de dar soluciones se constituyan en su problema.

Tanto en la encuesta del CIS como en el Navarrómetro, no aprueban los gobiernos, suspende la oposición y el insuficiente se hace extensivo también a los parlamentos.

En definitiva, la malas calificaciones se extienden a la mayoría de las instituciones democráticas, sin olvidar a los medios de comunicación.

Esta desaprobación global hace que “paguen justos por pecadores” y que se incurra en la generalización de que ”todos los políticos son iguales“. Esto, obviamente, supone una “distorsión cognitiva”, a todas luces incierta e injusta. Pero esa es la percepción de los ciudadanos y como tal debe ser tenida en cuenta para iniciar una necesaria reflexión. Es imprescindible recordar que cuando expresamos un mensaje, la responsabilidad de su eficacia corresponde al comunicador y no al receptor de lo expresado.

Es esencial diagnosticar las causas que generan ese distanciamiento entre representantes y representados, para poder encontrar un espacio de encuentro y una mejor conexión con los problemas y demandas de los ciudadanos.

Ante una situación de crisis económica sistémica que exige un esfuerzo colectivo y un alto grado de consenso y responsabilidad política para poder afrontarla, nos encontramos con un PP que lejos de arrimar el hombro, lo que hace es buscar rentabilidad electoral.

La verdad es que el patético espectáculo exhibido por el Partido Popular contribuye a esa desafección de ciudadanos, que ven como prevalece el oportunismo partidista sobre el interés general... Se instala en la permanente denuncia, en la crítica sin criterio y en un modelo de oposición integrista, carente de propuestas y alternativas. Este comportamiento unido a los casos de grave corrupción, al culebrón de Caja Madrid, y a “los zarpazos y dentelladas” entre algunos líderes y lideresas regionales configuran un panorama desalentador.

Es necesaria una profunda reflexión y una alta dosis de pedagogía cívica para dejar claro que en política, ni todos son iguales ni todo vale, que a cada partido se le evalúe por lo que hace, por la coherencia en sus principios y por su utilidad a la hora de afrontar los problemas de la sociedad. Esto es, lo que a mi juicio, está desarrollando el PSOE tanto en España como en Navarra. Responsabilidad para priorizar acuerdos políticos que permitan suficiencia para financiar las políticas sociales, la reactivación económica y la generación de empleo. Poniendo por delante la rentabilidad social al cálculo electoral. Siguiendo un rumbo claro sin vaivenes, manteniendo los valores socialdemócratas sin dejarse llevar por arrebatos demoscópicos ni impulsos demagógicos.