Opinión

¿Qué vamos a pagar con la subida de la tarifa eléctrica?

Las centrales de gas en ciclo combinado han sido la gran apuesta de generación eléctrica de casi todas las compañías en nuestro país. De no existir ninguna planta abierta en el año 2001 a llegar a ser la principal fuente de generación de electricidad en 2009 con un total de unos 80 TWH (terawatioshora), es decir casi el 30% de toda la electricidad producida. Funcionan 55 grupos (tres de ellos en Castejón) con una potencia aproximada de 400 MW que totalizan 22.243 MW (megavatios).

La falta de planificación eléctrica ha hecho que los promotores decidan, en base a sus intereses, el emplazamiento y el tipo de combustible de las térmicas. Esto ha supuesto que además de las que ya funcionan, existan un importante número de proyectos de centrales de gas que han depositado el aval (que representa el 2% del coste previsto de la instalación) al que estaban obligadas desde 2006. En total alcanzan la exorbitante cifra de 36.319 MW. Una desmesura total y absoluta.

La crisis ha significado tambien el cuestionamiento económico de estas instalaciones. Frente a una demanda de electricidad que se esperaba que creciera al menos un 2,6% anual entre 2008 y 2011, ha ocurrido que en 2008 creció sólo un 0,8 y en 2009 bajó un 4,6 %. Además se preveía una punta de demanda de potencia para el invierno de 2011 de 50.800 MW, ahora las previsiones lo situan como máximo en 45.800 MW.

En estas condiciones, las eléctricas encuentran dificultades para garantizar la rentabilidad de las nuevas térmicas de gas que están en funcionamiento, así como para financiar las que están en construcción. Y el futuro no es más halagüeño, se supone una menor utilización de los ciclos combinados en el año 2012 con entre 2.100-2.300 horas de funcionamiento al año. Con solo ese tiempo de funcionamiento estas instalaciones son ruinosas. El resultado es evidente. Sobran un montón de centrales de este tipo.

Aun conociendo estos datos las compañías siguen instalando centrales de gas con el beneplácito de las diferentes administraciones y con la seguridad que al parecer tienen las eléctricas, de que como antes lo hiceran con los bancos o las construcctoras, el colchón del Estado amortiguará una posible caída. Además necesitan al parecer reafirmar su poder y no otorgar victorias innecesarias a los que nos oponemos a la crisis ambiental que nos está llevando la desrregulación del sector eléctrico.

En este escenario inauguramos el nuevo año con una subida de la tarifa eléctrica doméstica de un 2,6 % que las eléctricas justifican como compensación al déficit tarifario acumulado y al poco margen con el que trabajan. En esta coyuntura supuestamente tan negativa para los intereses de estas empresas, Iberdrola ha pasado de ser la segunda eléctrica del país a convertirse en la quinta mundial, sin poner otros ejemplos de fusiones, compras y repartos de beneficios.