Opinión

Por Navarra, siempre por Navarra

D. Juan de Borbón renunció a sus derechos dinásticos en favor del actual rey de España, su hijo, con aquella solemne frase, “Por España, siempre por España”; ejemplo de amor y lealtad a la patria.

En el último mes han corrido ríos de tinta sobre el pacto UPN-PP, donde muchos comentaristas de los distintos medios de comunicación han dejado claro su total desconocimiento de la realidad de Navarra. Ante la carencia de conocimientos no ha faltado el descrédito, rozando el insulto, de los líderes de UPN, con el eje argumental y repetitivo del calificativo de traidores. Es curioso que aquellos mismos medios, que se pronunciaron abiertamente sobre la falta de idoneidad de Rajoy para que fuese de nuevo presidente del PP y por ende candidato a la presidencia del Gobierno de España, ahora quieran presionarle para que rompa el pacto con UPN. Esperemos que, como entonces, tampoco atienda su petición.

No es menos cierto que si algunos miembros de UPN hubiesen moderado su incontinencia verbal ahora, probablemente, estaríamos hablando de un resultado distinto en la solución del problema. UPN ha tenido que soportar, durante semanas, presiones de unos y otros emulando el emblema del Príncipe de Viana “por todas partes me roen”; incomprensibles cuando venían del PP y oportunistas cuando lo hacían desde el PSN-PSOE.

Navarra, por sus especiales circunstancias de gobernabilidad, requiere soluciones excepcionales que no pueden estar encorsetadas por las interpretaciones y decisiones que el PP practica en su política general; algo que ya queda reflejado en el pacto UPN-PP de 2007 y que demostraba la visión política amplia y con perspectiva de los líderes de ambos partidos. UPN es un partido autónomo que adopta sus propias decisiones desde el respeto y la fidelidad al pacto con el PP. Que los nuevos dirigentes del PP tengan una visión más reducida o una palpable ignorancia sobre la situación de Navarra no puede justificar la aplicación de soluciones drásticas de ruptura.

UPN ha sido clara en su comunicado, posterior al Consejo Político del día 10, en cuanto que en ningún momento pretende romper el pacto con el PP. La decisión de abstenerse ante una posible enmienda a la totalidad de los PGE planteada por el PP, no cabe interpretarla como una deslealtad, máxime cuando está amparada en el propio pacto, sino como un ejercicio de responsabilidad para garantizar la gobernabilidad de Navarra. Algunos dirán que es el pago al chantaje del PSN o el peaje por ejercer el gobierno en la Comunidad Foral. Dan igual los apelativos que se utilicen para definir lo que en definitiva sólo es un ejercicio de responsabilidad. ¿O es que alguien duda que permitir que los nacionalistas entren en el gobierno de Navarra generaría inestabilidad política que repercutiría directamente sobre los ciudadanos?

La grandeza del pacto entre UPN-PP radica en que ambos partidos defienden la identidad de Navarra como Comunidad diferenciada dentro de la nación española, conscientes que para ello han de garantizar su gobernabilidad. Gobernabilidad que, hoy por hoy, pasa por un entendimiento con el PSN y la exigencia del “quid pro quo” es, en si misma, una garantía de estabilidad y un ejemplo de democracia; siempre que no se haga dejación de las convicciones, principios y valores que sustentan la acción política de UPN. La gobernabilidad no se sustenta en una reducción simplista a la prorroga de los presupuestos sino en poder ejercer tanto el poder ejecutivo como el legislativo. Rajoy no tendría la cintura política exigida si permitiese que el pacto se rompiera. Si la cláusula que avala a UPN para tomar la decisión que ha tomado plantea desencuentros habrá que renegociar el pacto pero nunca romperlo. ¿A quien beneficia la ruptura?

Navarra siempre ha demostrado lealtad a España ejerciendo de baluarte de contención ante las pretensiones independentistas y anexionistas de los nacionalistas; quien no entienda que la gobernabilidad de Navarra afianza la estabilidad de España no entiende lo que es la verdadera lealtad institucional.