Opinión

Pluralidad singular

El viernes pasado, en Cadreita, UPN abrió el curso político de la mano de su indiscutible líder, Miguel Sanz.

Y agradó, no el talante, que parece cambiado, sino el aire de la argumentación en boca de un Presidente del Gobierno que, tras 16 años de la formación en los despachos, cuando menos sorprendía. Antaño, la línea argumentaria era sencilla, y desde los tiempos de la momificante figura de Aizpún, semblante y discurso capaz no sólo de dormir, sino de hacer revolverse en su sillón al más conforme de los pastoriles seguidores, había sido escasamente modificada en años. Ahora, sin embargo, parece querer abrirse al mundo...

Acostumbrados como estamos a una derecha navarra que se mira el ombligo y es incapaz de reconocer en la sociedad, y en el contrario, cualquier virtud, demanda, querencia, exigencia o proclama razonable, al margen de su pensamiento único, uniformado y recto, se vio en Sanz un estilo nuevo, alejado de manidos talentos, y casi convincente.

Alegraba escuchar afirmaciones que, en otros contextos y de una gran parte de sus propios seguidores, quisieramos oir más a menudo. No sólo porque habló de la Pluralidad de Navarra, arengando a la masa crítica allí congregada con un “vamos-goazen” bilingue como para saltar de la silla. Sino porque se empezó a entonar en la encíclica habitual de la formación una especie de mea culpa, transformada en propuestas y maneras dulces, que alegran el camino llano y aburrido de más de lo mismo, “y tú más”.