Opinión

Piscinas: un cuento que no ve el final

El culebrón de las piscinas cubiertas parece no tener fin. El último capítulo lo escriben las fuentes de chorro del vaso lúdico. Esas que durante las jornadas de puertas abiertas lucieron tan bellas para atraer la atención de los estresados, de los que padecen mala circulación sanguínea y de los que, sin más, quieren darse un homenaje. El Ayuntamiento no fue capaz de informar a los medios de comunicación, y por ende a la ciudadanía, de que las piscinas, por fin se abrían, sí, pero de forma incompleta: sin chorros. Y los usuarios, contentos ellos con disfrutar ya de los vasos, se han creído el argumento de que en un mes el problema estará solucionado.

Pues sepan, señores, que pueden pasar meses si el Gobierno de Navarra no da su brazo a torcer, y que en el peor de los casos, las piscinas serán despojadas de estos circuitos de masaje, que ya estaban instalados en 2004, cuando cambió la normativa de legionela. Los usuarios tienen todo el derecho a sentirse engañados, y ahora sólo les queda la pataleta, no renovar el abono o aguantar hasta que se solucione el problema; un amargo pastel que seguramente se comerá el próximo equipo de gobierno, sea o no UPN.

No obstante, no todo es malo. El Ayuntamiento va a aplanar el terreno contiguo a las piscinas para que haga las funciones de parking, hasta que no se construya el de la Ciudad Deportiva, contemplado en la segunda fase. Asimismo, se ha hablado con la empresa adjudicataria del transporte urbano para que se pueda acceder a la instalación en autobús, también por la tarde. En el informe del Gobierno de Navarra se indicaban otros dos aspectos a subsanar, además del de los chorros: la colocación de una valla que separe mejor la piscina de chapoteo, de la lúdica, y la instalación de un suelo especial antideslizante en las escaleras de acceso al tobogán. Ambas actuaciones se verán hechas realidad en los próximos días.